Tiroteos, imágenes de desnudos explícitos, sangre y escenas violentas. Y
más asesinatos, traiciones, catástrofes. La televisión ya solo ofrece
programas cada vez más censurables, y a cualquier hora del día. Todo ello a
expensas de los menores y de sus familias, que se encuentran cada vez con
mayores dificultades para determinar lo que deben ver sus hijos. Y a menudo
las guías y las críticas televisivas de los expertos no son de ayuda.

En algunos casos, por fortuna, son los niños quienes piden a sus padres qué
es lo que pueden ver. Y esto es bueno porque significa que hay en la
familia una cultura y educación sobre lo que es bueno ver y lo que es mejor
evitar. Significa, en otras palabras, que el problema de la relación entre
los medios y los menores es bastante conocido, y que debe seguirse con
perseverancia y atención.

En la gran mayoría de las situaciones, sin embargo, los niños eligen
autónomamente los programas de tv, sin pedir consejo a nadie o incluso
imitando los gustos de los chicos más grandes. Y si la visualización de
estos programas se hace en completa soledad, sin la compañía y la ayuda de
los padres, entonces el problema es aún más crítico.

Importa tener en cuenta es que, además de la calidad ética de los
contenidos vistos, es fundamental, para el buen crecimiento de los hijos,
también la cantidad de tiempo que se pasa delante del televisor.

De hecho, pasar muchas horas delante de la televisión, afecta al
comportamiento de los niños, independientemente de la calidad de los
programas. Pensemos en los efectos psicológicos sobre la personalidad,
traumas, insomnio, ensoñación. Los niños que pasan horas delante de la
televisión no juegan, no experimentan, no aumentan sus intereses. Se asiste
a una continua superposición entre realidad y ficción. La tv es causa de
una reducción en la actividad motora, obesidad, retrasos en el desarrollo
psicomotor, ritmos anormales del sueño, retrasos en el lenguaje, problemas
de atención, escasa predisposición al juego, dificultades en la lectura e
inseguridad. Pero no sólo. Incluso la posición en la que se ve la
televisión es importante. Basta pensar en todas las consecuencias negativas
sobre la salud física que puede comportar una visión incorrecta: vista,
postura, alimentación desrregulada durante la visualización de los
programas. Es la llamada “enfermedad invisible”, porque existe aunque no se
vea, , de las enfermedades de los medios.

Las campanas de alarma suenan desde hace tiempo. Algo está mal y es urgente
cambiar el sistema para mejorar la protección de los menores. Ciertamente
sirve formar a los adultos, pero también una mayor conciencia del problema
por parte de los padres y sobre todo una cultura y una ética sobre el uso
de los productos televisivos (y también de la web y del cine), que debe
comenzar desde las escuelas y desde todos los puntos de reunión de los
jóvenes.

Pero mientras se espera que el sistema mejore con las necesarias medidas
legislativas, estructurales y culturales: ¿existe un “botiquín para las
emergencias” de uso casero para los padres sensibles al problema? Por
supuesto. «Family and media» sugiere un pequeño vademecum, sin ningún tipo
de pretensiones científicas, dictado no por investigaciones y estudios de
campo, sino simplemente del sentido común:

1) Nunca dejar solos frente al televisor a los hijos;

2) no dejar que los niños sean los dueños del mando a distancia;

3) limitar el tiempo de uso de la TV por parte de los niños a un máximo de
2 horas al día;

4) involucrar al niño en entretenimientos alternativos, tales como juegos
de rol o de sociedad;

5) comentar juntos la película o programa que se acaba de ver para
habituarles a una visión crítica y activa.

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