Recientemente, una lectora nos propuso abordar el tema de los “lugares de
encuentro para jóvenes católicos”, pensados para esos chicos que desean
encontrar a alguien con quien compartir su fe dentro del matrimonio.

Según nuestra corresponsal, en una sociedad secularizada los jóvenes con
deseos de formar una familia cristiana tienen muchas dificultades para
encontrar alguien con quien levantar un proyecto semejante, y pensaba que
estos instrumentos podían ser una buena ayuda.

Es cierto que existen muchos modos para conocer nuevas personas y para
encontrar el hombre o la mujer “de tu vida”. No podemos ignorar que hoy, en
la era digital, también hay un nuevo modo (o quizá sería mejor decir, un
nuevo “mundo”) para hacer amistades, y es la web.

¿Qué se puede decir de los “lugares de encuentro”? ¿Son una ayuda o un
obstáculo para realizar un proyecto de vida?

Analicemos el fenómeno, mostrando cuáles son -a mi entender- los aspectos
positivos y los puntos débiles de esta tendencia.



De las agencias matrimoniales a los lugares de encuentro: cambian
los instrumentos, pero no lo esencial

Las plataformas que permiten buscar un hombre o una mujer y entrar en
contacto con él o ella, no son “fenómenos modernos”: sustituyen a las
antiguas “agencias matrimoniales”, lugares “físicos”, donde las personas
podían -pagando- pedir que se les concertase una cita con alguien inscrito
en la misma agencia, que tuviera características (de temperamento,
sociales, etc.) compatibles con la propia personalidad, y fuera acorde con
sus expectativas.

Ahora estos lugares de encuentro se han convertido en virtuales. Internet
es, a todos los efectos, como una “plaza”, y nos permite entrar en contacto
con otros, fácilmente y a un coste limitado.



¿Buscar la persona justa… o convertirse en la persona adecuada?

Tanto en lo que respecta a las antiguas agencias matrimoniales, como a los
lugares de encuentro, se pueden evitar catastróficas ilusiones si se acepta
que no existe el alma gemela, entendida como “una persona hecha a posta
para mí, que me sacia en todo y responde a todas mis exigencias, sin que yo
tenga que dar nada a cambio”. Si es esto lo que pretendemos, no estamos
buscando una relación de amor, sino una máquina programada según nuestros
deseos egoístas. Una relación auténtica implica, en efecto, que dos
personas imperfectas intenten trabajar juntas, mejorar juntas, hasta
convertirse en un nuevo sujeto, distinto de la suma de los dos.

Como dijo el protagonista de la serie italiana Don Matteo (una
ficción de la televisión pública italiana, que ya ha alcanzado once
temporadas): «La persona ideal no existe: se llega a ser la persona ideal
para alguien al que amamos».

Formar una pareja requiere esfuerzo por parte de ambos componentes, y vivir
una historia de amor es mucho más que hacer una “selección de personal”.


El peligro de elegir como si fuéramos productos de un supermercado

No es acertado ir a un sitio de encuentros con la idea de “encargar un
producto hecho a mi medida”, poniendo una crucecita en cada casilla para
definir mis gustos, y tener la garantía de obtener el producto que más nos
guste.

No se puede tratar a las personas como productos de un supermercado.

Contrariamente a lo que podríamos pensar, confiar en una detallada lista de
requisitos (“alto”, “deportista”, “católico”) no nos facilita encontrar la
persona idónea para nosotros: “etiquetándonos” perdemos la maravillosa
oportunidad de vivir una “relación auténtica”, en toda su complejidad.

Es mucho más propio del ser humano dejar espacio al asombro, a la
creatividad, a la naturalidad, típicos de un enamoramiento «real».

El amor es algo grande y misterioso, que nos trasciende y al mismo tiempo
nos muestra quiénes somos y por qué estamos en el mundo.

Una realidad tan inescrutable, inmensa y que nos habla de eternidad e
infinito, no puede encerrarse en nuestros frágiles esquemas mentales.

El peligro de buscar alguien sin rostro

Quien va a los sitios de encuentro para conocer personas nuevas, debe tener
bien claro que una persona es mucho más que la descripción que da de sí
misma, y que para que nazca una relación, para que se cree un “nosotros”,
no basta con encontrar alguien que tenga los requisitos que buscamos. Se
ama a alguien porque se le considera único, y porque se valora como único
el vínculo que se instaura, no porque se posean todas las cualidades
presentes en las respectivas “listas”.

Los lugares de encuentro, si no son utilizados con equilibrio, pueden
hacernos “enamorarnos” de hombres o mujeres “sin rostro”: si lo que importa
es sólo “cómo es” la persona que tengo de frente, y no “quién es”, entonces
“cualquiera vale”



La importancia de no absolutizar un principio en detrimento de la
persona

Por lo que se refiere a los lugares de encuentro de católicos existe un
peligro añadido: etiquetar a las personas, convertir la fe en el único
elemento válido para relacionarse con alguien.

Hay chicos o chicas que son católicos sólo de nombre, y otros que lo son (o
están cerca de serlo) en la práctica, aunque todavía no acepten este
apelativo.

Las personas pueden tener una profundidad de dotes, de virtudes, que pueden
madurar en la pareja.

También la fe puede brotar en el interior de una relación, por lo que
excluir desde el principio a alguien sólo porque no es “nominalmente”
católico puede no ser muy inteligente…

Si tenemos en cuenta estos criterios sería injusto demonizar Internet, y no
considerar las posibilidades que ofrece.



Internet puede ayudar, si recordamos que las personas se conocen
realmente fuera de la web

Afiliarse a un sitio, tener un perfil social, nos permite “estar” con otros
y, por qué no, “conocer” personas que tengan intereses, gustos, valores,
similares a los nuestros.

En cuanto a los sitios de encuentros católicos, si es sensato utilizar
Internet como medio de compartir deporte, hobby, cocina etc., ¿por qué no
se podría compartir en Internet la propia fe y encontrar otras personas que
tengan también nuestra misma fe?

Lo importante es recordar que un verdadero conocimiento puede
materializarse sólo fuera de la web, porque la presencia on line
no reemplaza la relación cara a cara. Como en muchos aspectos de la vida,
la diferencia está en la madurez, el equilibrio y el enfoque que damos al
uso de los instrumentos.


Pros y contras de los sitios de encuentro: un balance

Concluyendo, si existen plataformas que ayudan a entrar en contacto a
chicos con una visión similar del mundo y de la vida, ¿por qué no
aprovechar de estas realidades?

Hay parejas sólidas nacidas de un conocimiento previo en la web, y luego
desarrollado fuera y, por otra parte, no existe un lugar mejor que otro
para conocer al hombre o la mujer de tu vida.

Si somos conscientes de los riesgos enumerados anteriormente y realmente
estamos dispuestos a buscar el amor y no un sustituto, a dejarnos
sorprender por lo que no habíamos previsto, y a aprender también a aceptar
la imperfección, no está dicho que una relación maravillosa, única y
valiosa no pueda “nacer” de una charlita en la web…

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