En Santiago de Chile, el pasado 2 de octubre, se llevó a cabo el Congreso
“Familia para todos en el Bicentenario”, organizado por las Universidades
Católica de Chile, de Los Andes y Finnis Terrae. El objetivo de la
actividad fue dejar atrás los diagnósticos sobre la familia en Chile y
comenzar a dar propuestas concretas para fortalecerla.

En la inauguración, Monseñor Alejandro Goic, Presidente de la Conferencia
Episcopal Chilena, manifestó la necesidad de profundizar en el
reconocimiento y respeto de los derechos de la familia en Chile. Por su
parte el Ministro de Planificación Nacional, Felipe Kast, dio a conocer una
cruda realidad: en los últimos veinte años el número de familias
monoparentales aumentó desde un 22% a un 27%, mientras que el de familias
bien constituidas bajó desde un 67% al 58% en igual periodo. A su vez
señaló que, de aquellas familias que viven en la extrema pobreza, el 60% de
ellas son monoparentales y, de éstas,casi la totalidad tienen a la mujer
como cabeza de familia.

El Congreso, que convocó a destacados expertos nacionales e
internacionales, realizó propuestas en materia de políticas públicas, y
motivó una serena y profunda reflexión sobre el matrimonio y la educación
familiar. En cada uno de estos temas se contemplaba una conferencia de un
invitado internacional, más un panel de expertos que abordaban temas
específicos.

En el primer bloque –políticas públicas– Eduardo Hertefelder (España) del
Instituto de Política Familiar realizó un descarnado análisis de la
realidad de la familia en Europa, señalando las razones de su decadencia.
El mensaje fue claro: no cometer los mismos errores en Chile. En el panel
de expertos correspondiente a esta primera parte, se reflexionó sobre la
familia como un bien social y se propusieron modificaciones legales que
permitan su fortalecimiento en la legislación chilena.

En la segunda parte, Alvaro Sierra (Colombia) se refirió a la familia como
primera educadora. Destacó que el amor y la acogida incondicional que la
familia da a sus integrantes es el mejor factor educativo, lo cual hace que
esta tarea sea un derecho-deber indelegable. En panel sobre educación se
abordó a la familia en su papel educador y formador de cultura, haciendo
especial énfasis en la educación en la fe en estos tiempos calificados como
“de incertidumbre.” El mensaje, no obstante, fue esperanzador: la fe es uno
de los principales motores de cambio.

En el tercer bloque sobre familia y matrimonio, Tomás Melendo (España) se
refirió al matrimonio como pilar de la familia. Señaló que el matrimonio,
fruto de la libertad humana, permite y exige desarrollar la capacidad de
querer durante toda la vida. Esa capacidad de amar, y de ser amado
recíprocamente, sólo es posible en virtud de la dignidad intrínseca de la
persona humana. En el panel correspondiente al tercer bloque se analizó la
diferencia y complementariedad entre el varón y la mujer, haciendo énfasis
en la necesidad de superar las dificultades y los medios para lograrlo.

Sin lugar a dudas el resultado fue un éxito. No sólo por la gran
convocatoria, sino porque el interés por participar –incluso de varias
autoridades de todo nivel– hizo evidente que el valor de la familia sigue
siendo considerado un pilar fundamental de la sociedad chilena.

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