“En la página web Musical.ly, se encuentran vídeos con
fondo sexual, algunos incluso centrados en el autolesionismo o, lo que es
más grave, con referencias explícitas al suicidio”. Esta es la fuerte
denuncia de una madre, publicada en



Medium,

una revista web muy popular y seguida en Estados Unidos. La madre, antes
de ceder a la solicitud de registro de su hija de 10 años, decidió
curiosear en la plataforma, descubriendo que en Musical.ly hay una
increíble cantidad de videos etiquetados con hashtag de naturaleza
inapropiada, como #proana (anorexia), #cutting (autolesión), #mutilación y
#selfhate.

Qué es Musical.ly

Nacida 2014, Musical.ly es la red social más querida por
los adolescentes. En pocos años ha crecido vertiginosamente, hasta contar
con más de 200 millones de miembros, en su mayoría adolescentes que se
divierten compartiendo videos donde se muestran cantando en playback
algunas canciones famosas, gracias a una aplicación para compartir videos
disponible para iOS y Android.

Lo que ha despertado la alarma de los padres no es ciertamente la
funcionalidad de Musica.ly, sino sus contenidos, pues en
esa red social se pueden encontrar videos inadecuados para menores… y para
mayores.

Los contenidos peligrosos de Muscial.ly

Musical.ly
ha anunciado la llegada de una función para eliminar los hashtags más
peligrosos; una especie de ventana de ayuda, como ya se hizo en el pasado
para Instagram.

Según muchos padres, la aplicación alimentaría una obsesión excesiva por la
popularidad, y también permitiría que los pequeños se familiarizasen con
contenidos dudosos: “Muchos piensan que es solo una aplicación para
divertirse –denunció la madre de una niña de ocho años que terminó en el
remolino de una competición despiadada entre amigas de su hija –pero como
todas las otras redes sociales ha asumido una connotación negativa”.

Con una búsqueda simple, de hecho, puedes encontrar miles de resultados
para cada uno de estos hashtag.

Tras la denuncia, Musical.ly bloqueó rápidamente la
búsqueda de estas palabras clave, explicando cómo “el proceso mediante el
cual se eliminan los términos de búsqueda está en constante evolución”.

Parte del problema son los mismos hashtags, ya que estos evolucionan
constantemente y no es tan inmediata la identificación y, en consecuencia,
el bloquearlos. Es suficiente con un pequeño cambio en el hashtag para
continuar difundiendo los contenidos peligrosos. Además, algunos hashtags
se usan para buenas causas, como quienes los usan para llegar a un público
amplio y advertirles de riesgos. Por ejemplo, en algunos casos se utilizan
etiquetas como #proana (anorexia) o #mutilación para informar y
sensibilizar a la opinión pública sobre temas delicados y que puedan ayudar
a quienes padecen trastornos de la alimentación o que desean conocer el
problema de las mutilaciones femeninas. Al bloquear ese hashtag específico
y no verificar los contenidos inapropiados, se corre el riesgo de evitar la
propagación de mensajes positivos.

¿Será suficiente, como anunció Musical.ly, la ventana
emergente que advierta sobre el peligro de ciertos contenidos y
comportamientos?

La importancia de la formación en familia

La imposibilidad, por el momento, de verificar y bloquear cualquier
contenido generado por los usuarios, plantea una duda sobre la seguridad y
la capacidad de los usuarios, en su mayoría adolescentes, que están
expuestos a mensajes violentos o que pueden trastornarlos.

Es por ello esencial que los padres ejerzan una vigilancia prudente de las
aplicaciones utilizadas por sus hijos, ya sea Musical.ly
que otras redes sociales.

Las redes sociales, de hecho, dan cada vez mayor relevancia a los videos,
las directas abundan y el exhibicionismo y el narcisismo social crece. Como
bien advirtió el psicólogo del desarrollo John Santrock: “El
condicionamiento por parte del grupo de pares es una fuerza omnipresente,
que se puede observar en todas las dimensiones del comportamiento
adolescente, como la decisión sobre cómo vestirse, qué música escuchar, qué
lenguaje adoptar, qué valores respetar, cómo gestionar el tiempo libre”.

Con el fin de apoyar las habilidades creativas y relacionales de los
adolescentes,

los adultos deberían mantener una prudente “distante presencia”

, o sea, estar allí sin expresar juicios precipitados de condena. Entre
adolescentes y adultos puede haber una relación positiva recíproca y las
generaciones pueden encontrar un nexo a través de Internet: la cultura
adulta, mientras mantiene una buena relación con los jóvenes, se vuelve más
abierta a los cambios y las innovaciones; la cultura juvenil, si es apoyada
por adultos, puede desarrollarse en una dirección creativa mientras
mantiene un vínculo más firme con la realidad.

La presencia atenta y colaborativa de adultos capaces de apoyar a los
adolescentes les permite modificar en sentido creativo su proyectualidad y
desarrollar su identidad personal de manera armoniosa.



Egocentrismo y competición: cuando las redes sociales te hacen débil

Musical.ly
ha recibido muchas críticas por el espíritu mismo que parece animarlo.
Muchos padres la consideran una aplicación peligrosa porque alimenta sentimientos de competición y exhibicionismo,
difíciles de gestionar por parte de los más pequeños.

Aunque la competitividad se considera algo positivo en nuestra sociedad, de
un

estudio reciente

de la York St. John University, publicado en el Psychological Bulletin, emerge un hecho alarmante:

los jóvenes son cada vez más perfeccionistas y su salud mental entra en
el área de riesgo.

De hecho, los adolescentes cada vez son menos capaces de experimentar el
fracaso como algo que forma parte de la vida y, por lo tanto, como una
desafío que hay que aprender a gestionar. Parece que estamos educando una
generación de personas inseguras,

no acostumbradas a competir por el placer de competir sino solo de
ganar

y cuando el guión

no funciona, de desatan ataques de pánico, ansiedad e incluso intentos
de suicidio.

“Los jóvenes de hoy están en competición uno contra otro para satisfacer
las presiones de la sociedad hacia el éxito y sienten que el perfeccionismo
es necesario para sentirse seguros, socialmente conectados y valiosos»,
explicó Thomas Curran, autor principal del estudio.

De los datos recopilados, parecería que

la insatisfacción general también está influenciada por las redes
sociales

. De sí mismo nadie comparte ansiedad o temores, por lo general solo se
muestra la mejor parte de la propia vida, aumentando de hecho la
insatisfacción de aquellos que viven en aislamiento o no pueden permitirse
una vida llena de diversión. La confrontación resulta automáticamente en
pérdida y la persona se siente literalmente “sola” en comparación con los
demás.

La escuela, el trabajo, la familia e incluso las redes sociales invitan a
competir, pero el efecto boomerang puede ser peor de lo esperado y
llevar a las personas hacia abajo y no hacia la mejora para ganar la
competición.

La alarma de los psicólogos y la investigación de la York St. John
University tienen el gran mérito de

haber puesto en evidencia la crisis del modelo de sociedad tecnocrática

que hemos dejado prevalecer. La idea de hombre y sociedad que empuja a los
jóvenes a la perfección extrema contribuye, junto con muchos otros
factores, a la depresión o al deseo de suicidio,

pues se basa en una idea mecanicista y eficientista de hombre y
humanidad, sin alma, espíritu y corazón:

una humanidad que, si se redujera a esto, podría ser reemplazada con
ventajas por la sociedad robot prefigurada por los partidarios del
transhumanismo.

Sin duda una alarma sonora. Si queremos que esta sociedad no asuma los
contornos del absurdo, es apropiado comenzar a cambiar y ayudar,
especialmente a los más jóvenes, a vivir mejor su tiempo apoyándoles en la
fase delicada de desarrollo y crecimiento de la adolescencia. Debemos
acompañar a los jóvenes de hoy para garantizar que puedan crecer serenos y
llegar a ser adultos estables y maduros.

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