Thirteen Reasons Why
(Por trece razones) es una de las más recientes “bombas”
mediáticas de la exitosa compañía cinematográfica Netflix y que
en las últimas semanas se ha convertido en un producto de consumo ideal
para los amantes del “binge-watching”. En esencia, la serie
norteamericana se puede clasificar como una brillante adaptación del best seller escrito por Jay Asher que lleva el mismo título,
publicado en 2007. Su impacto social es por demás considerable, pues su
excelente narrativa se desenvuelve a lo largo de trece capítulos con su
respectivo tono ascendente. En ellos, el director Brian Yorkey nos cuenta
la historia de Hanna Baker (Katherine Lagford), una adolescente
que ha tomado la decisión de quitarse la vida, dejando como testimonio
trece audio-cassettes en los que se explican las razones que la llevaron a
tomar la fatal decisión del suicidio. Me parece que desde la tragedia
expuesta se entresacan tres reflexiones que pueden servir para “vacunar” a
aquellos interesados en profundizar en esta accidentada serie.

1. El Suicidio como remedio fallido

Como ya se ha comentado, el tema principal de la serie alude a las razones
por las que una joven mujer decide quitarse la vida. La música y la
escenografía se encargan de adentrarnos con gran éxito en este terrible
drama. No es menor el revuelo que estas imágenes han causado en el sector
educativo y en las asociaciones pro-familia, pues hay que aceptar que
vivimos en una sociedad que se sigue escandalizando (cada vez menos) ante
la imagen del suicidio juvenil. Sin embargo, es posible que pocos se hayan
detenido a considerar las razones por las que un tema tan delicado genera
tanta expectativa, pues es evidente que el mensaje de la serie contiene un
cierto “tufo” de verdad. Me parece que en la actualidad no somos realmente
sensibles al aburrimiento y a la soledad que viven nuestros hijos
adolescentes. Basta con verles a los ojos para percibir su hastío, en medio
de una sociedad que sufre de espasmos de conciencia y se queda perpleja
contemplando su propia ignorancia. Mientras tanto, la serie erige a Hanna
como una “mártir” de los ideales liberales, “dando” su vida para que otros
entiendan los males que acechan a las mujeres que siguen siendo más
vulnerables que los hombres. Pareciere que la modernidad sigue empeñada en
crear “héroes de palo”, cuyos actos libres y heroicos tienden a la
autodestrucción. A final de cuentas, Hanna concibe con astucia su propia
muerte, e idea un plan que absorberá la atención de su círculo social,
escenificación suicida que se puede tornar en un gran “caldo de cultivo”
para alentar todo tipo de desórdenes sociales disfrazados con un falso
“manto heroico”, como ya lo estamos viendo con el fenómeno mediático Blue Whale.

2. Ser Padres de una Hija ya no es Fácil

Los padres de familia y sus diversos estereotipos hacen acto de presencia
en la serie, pasando por la familia pseudo-conservadora a la familia
desintegrada (con padrastro violento y madre drogadicta), hasta toparnos
con una “familia homoparental”. Se hace un reconocimiento con “bombo y
platillo” a la diversidad de orientaciones y preferencias propias de la
sociedad liberal en su versión norteamericana. Sin embargo, en ninguno de
los casos se denota una verdadera preocupación por parte de los padres
hacia sus hijos. El cuidado y el cariño es poco y precario, sobre todo
superficial. Los padres de Hanna, Andy y Olivia, son el ejemplo claro de
este fenómeno, quienes ignoran totalmente las acciones de su hija, optando
por buscar respuestas meramente coyunturales, mediocres, hasta el punto de
iniciar una “cacería de brujas” al estilo de The Death Poets Society. Pero su ausencia y superficialidad
influyen de manera definitoria en el triste desenlace de Hanna, evidencia
que no deja escapatoria para uno de los males más extendidos en Occidente,
a saber, las “nauseas del vacío” – que diría Alejandro Llano– ante la banalidad
de la propia existencia. En ese tenor, Thirteen Reasons Why puede
ser visto como una “jalón de orejas” para los padres de familia
contemporáneos, a quienes se les ha de exhortar a tomarse más en serio la
vida familiar con sus hijos en el hogar. Ahora bien, es evidente que los
personajes femeninos son aparentemente inocentes a lo largo de toda la
serie. Pero según avanza la trama, se puede apreciar el leitmotiv
(nada nuevo en nuestros días) que asigna a la mujer el duro papel de
“víctima” permanente. Por su parte los varones, (salvo alguna confusa
excepción) se muestran malévolos, abusadores e inconscientes, quienes sólo
viven para satisfacer sus apetencias sexuales, rindiendo homenaje al
término toxic masculinity. Sin embargo, la pedagogía de
la exageración en torno a la figura masculina puede resultar para muchos
insulsa, incluso tendenciosa e infantil. Al final, me parece que una de las
razones principales por las que Hanna decide suicidarse es porque ha perdido la esperanza de ser amada por un varón. Esta
última enunciación puede anular toda pretensión de exaltar esta serie como
un intento apologético de dar razón a los postulados del feminismo radial.

3. La Amistad y la Sexualidad Superficial

Quizás un tema poderoso que atrae al público como “abejas a la miel”, es el
tópico de la amistad y su tergiversación en materia de sexualidad. EnThirteen Reasons Why se refleja la triste realidad: si eres noble y confiado, es imposible tener amigos sinceros. En
este aspecto es evidente que Hanna goza una gran capacidad de amar, pero
siempre es defraudada y lastimada por sus cercanos. El interés, el cariño,
el respeto que la joven suicida profesa a los demás parece ser en vano,
pues nadie es capaz de hacerse cargo de todo lo que ella es y siente.
Quizás esto se deba a que vivimos en una sociedad individualista y
materialista, incapaz de tratar con dignidad definitiva al otro, y esto
hace que la mayoría de los jóvenes busquen autoafirmarse atendiendo a
comportamientos que se alejan de una “vida lograda”. Es aquí donde la
banalización de las relaciones sexuales hace su esperada aparición. No hace
falta ser muy observador para concluir que la serie presenta la vida sexual
activa entre jóvenes como una actividad más o como un derecho inalienable
de toda relación entre el hombre y la mujer. Sin embargo, como la misma
palabra promiscuidad sugiere, las relaciones sexuales a destiempo
confunden, y esto también se hace patente en la trama, siendo Hanna una
clara víctima de este desorden.

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