Parecen inofensivos, incluso útiles. Podemos creer que nos ayudan a estar
cerca de personas con nuestras mismas exigencias y a debatir sobre qué es
adecuado hacer. A veces, sin embargo, son deletéreos.

Estamos hablando de los grupos whatsapp creados por los padres
para estar conectados con otros padres y madres de niños o adolescentes de
la misma edad que los propios hijos o que frecuentan un mismo ambiente
(escuela, deporte, catecismo).

¿Has faltado a una reunión? ¿Un profesor quiere llegar inmediatamente a
todos los padres de sus alumnos? ¿El hijo miente sobre la tarea que tiene
que hacer?

Ningún problema: está el grupo de whatsapp de los padres.

Además de la tempestividad con la que son divulgadas las informaciones
importantes, los aspectos positivos son: el chat, por ejemplo, puede
favorecer la conciencia de no ser los únicos en afrontar determinados
problemas, u ofrece la posibilidad de tener siempre alguno que nos sirva de
recordatorio, si somos un poco olvidadizos…

Pero no hay que infravalorar los aspectos negativos unidos a este fenómeno.

Las manías de control

Estar en contacto con padres de niños o jóvenes que salen con el propio
hijo puede hacernos caer en la tentación del exceso de control (deberes, su
comportamiento en clase, las amistades, las pequeñas peleas con los
compañeros…).

A través del chat, podemos acabar informándonos sobre él como si fuéramos
detectives, ahorrándonos el cansancio del diálogo directo, liberándonos de
la tarea pesada de tener que conquistar su confianza.

Recordemos que, si queremos interesarnos realmente por nuestro hijo, lo
primero es construir una relación sólida con él.


El ansia de rendimiento: cuando los otros padres parecen perfectos

En el chat cada uno muestra lo mejor de sí. Nadie escribirá que dos minutos
antes ha gritado tan fuerte que ha asustado a todo el barrio. Nadie dirá
que se siente un padre incomprendido, fracasado, decepcionado. Y a todos
nos sucede, a veces.

En el chat todos somos felices con nuestros adorables angelitos,
satisfechos de ellos, sonrientes en nuestras fotos recién hechas. Todos
parecemos atentos a todo: sabemos cuál es la merienda más sana o el juego
más educativo.

Visto que conocemos muy bien nuestros límites personales, podemos llegar a
pensar que los otros padres son mejores que nosotros, más serenos, menos
ansiosos, más pacientes… y además simpáticos. En la aparente perfección de
quien escribe, se reflejan todas nuestras fragilidades y terminamos por
sentirnos inferiores…

Cuando esto sucede, hemos de recordar que no existe el padre perfecto y no
hay chat que pueda cambiar esta realidad.

Las pequeñas cosas se convierten en dramas

A veces las otras madres y los otros padres ofrecen puntos de reflexión
útiles, con preguntas u observaciones que no habíamos pensado. Pero a
menudo nos contagian involuntariamente paranoias inútiles.

(“¿Cuántos gramos de carne come vuestro hijo?”, “¿Con cuánta agua cocéis el
caldo?”. Quizá damos de comer a los niños con sencillez y naturalidad,
hasta que no llegan preguntas de este tipo…)

Cada uno de nosotros tiene paranoias inútiles, el problema es que los
grupos de whatsapp tienen el poder de difundir y de producir
también otros complejos evitables.

Recordemos que no todas las preocupaciones de los otros deben suscitar
interrogantes sobre nuestro modo de comportarnos…


El plano paternal y el escolar corren el riesgo de superponerse

No son infrecuentes los casos en los que los grupos de whatsapp de
padres acentúan los contrastes entre padres y profesores. La facilidad con
la que se pueden expresar juicios y la capacidad de ampliar cada detalle,
precisamente por los chat de grupo, hacen que, por ejemplo, cada palabra
dicha por la maestra en clase, cualquier episodio que implique uno o más
niños, cada dificultad vinculada a la tarea o cada pequeña divergencia
sobre métodos educativos u otra cosa se conviertan en cuestiones de Estado.

Los grupos de whastapp para padres unidos al colegio son
peligrosos también porque aumentan la posibilidad de intromisiones
exageradas por parte de las madres y de los padres en el ámbito escolar.

El chat no debe ser usado para lanzar sentencias como si fueran piedras:
fomentado diferencias y discusiones interminables hacemos mal en primer
lugar a nuestros hijos.


¿Queremos pasar más tiempo en whastapp a hablar de los hijos y hablar
con los hijos?

Otro peligro: hablar tanto de nuestros hijos con las otras madres y padres
(“de acuerdo, quizá, esto, es un peligro que corremos más las madres…”) y
hablar poco con nuestros hijos.

Utilizar las redes sociales no es equivocado, pero recordamos que existe un
riego: sustituir nuestras relaciones de tú a tú por las relaciones
virtuales.

Estar conectado a internet no es un problema, el problema es si nos
desconectamos con las personas cercanas.

Grupos whatsapp para padres: un bonito desafío

Vivir serenamente el chat, con personas que gestionan situaciones parecidas
a las nuestras y que – queriendo o sin querer – nos hace cuestionarnos a
cada pitido del teléfono es un desafío.

¿Cómo hacer para que una bonita ocasión de debate no se convierta en un
drama existencial?

¿Tenéis experiencias de este tipo? ¿Cómo gestionáis vuestra permanencia en
chat con otros padres?

¡Escribidlo en los comentarios! Quién sabe si vuestras “reglas de
supervivencia” no nos dan ocasiones para un próximo artículo…

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