Todo medio tiene su propia narrativa. Es parte de su trabajo o, mejor
dicho, es su trabajo: contar historias.

Ahora bien, dependiendo de las experiencias de cada uno, de sus
preferencias, etc., la misma historia puede ser contada en distintas
formas: tocando distintos aspectos, haciendo hincapié en diferentes
asuntos, indignándose por otros.

Así pues, por lo que se refiere a la visita papal Francisco en EE.UU. cuya
etapa final fue el Encuentro Mundial de las Familias (World Meeting of Families – WMF), ¿cómo fue contada la historia?


Para los medios, la familia no fue el tema del viaje
sino la dificultad de encasillar políticamente al Papa Francisco.

No obstante la perspectiva propia de cada medio, se podría esperar que la
de la familia hubiese sido el tema principal, puesto que el Papa Francisco
fue a Filadelfia declaradamente para celebrarla, pero no fue así. Los
estadounidenses están intoxicados de política, lo cual se hizo patente a lo
largo del viaje pues, por doquiera que fuese -y esta ha sido precisamente
la novedad para los norteamericanos- Francisco siempre encarnaba una
novedad tanto para los medios como para la gente. Así pues, como los medios
no podían encasillarlo en una orientación política concreta, no sabían muy
bien qué hacer con él.

Por ejemplo, en un artículo Time resumió los que fueron los
asuntos tocados por Francisco en sus múltiples intervenciones: «El mensaje
del Papa confundió las obvias y diáfanas divisiones partidistas. En varias
ocasiones hizo un llamado para que se les brindara apoyo a los inmigrantes,
se acabara con la pena de muerte, se luchara contra el cambio climático, se
defendiera a la familia y se contrastara el fundamentalismo religioso a la
vez que se salvaguarde la libertad religiosa».

Si por un lado el Papa es muy querido por los medios estadounidenses, por
el otro desorientó a muchos de ellos a causa del amplio abanico de asuntos
tocados: ¿De qué parte está? Algunos medios fueron muy perspicaces en
reflejar que esto no estigmatiza al Papa como una figura contradictoria,
sino simplemente como un fiel mensajero del Evangelio que predica: «Su
espiritualidad va en contra de la forma que los estadounidenses tenemos de
ser religiosos, concretamente en modo politizado […] Las políticas del
evangelio atraviesan transversalmente nuestros delimitados conceptos de
“izquierda” y “derecha”. Por ejemplo el catolicismo evidencia la santidad
de la vida humana. Y es por esto que se opone bien al aborto, que es un
asunto propiamente conservador, bien a la pena de muerte que, en cambio, es
una postura más bien liberal» (Huffington Post).

La fe trasciende la política. El Papa no es ni de izquierda ni de derecha,
es simplemente católico, y abarca por entero la Doctrina Social Católica.
En el avión desde Cuba a Estados Unidos, el propio Papa se caracterizó a sí
mismo de este modo cuando un periodista del National Catholic Register le dijo que algunos se preguntan si
Franciso es realmente católico. A mi juicio, esta incapacidad de
«clasificarle» dice mucho más de los estadounidenses que del Papa: A saber,
la fe ya no influencia la política, sino al revés, es la política la que
influencia la fe. Es justamente por esto que Papa Francisco representa un
choque para aquel sistema, porque no encaja en él.


Desde la política a la Iglesia, pasando por un cambio de narrativa

Tan profundamente empapados de política, y politizados, a menudo los medios
contagian lo que perciben y presentan de otras instituciones, incluida la
Iglesia.

Ahora bien, ¿sobre qué se suelen dividir los políticos? Sobre asuntos.
Entonces, como Francisco y los obispos estadounidenses se «centraron» en
distintos asuntos, los medios tienden a presentarlos el uno contra los
otros. Esto se hizo patente respecto al WMF, cuando Francisco fue
hospedado por el arzobispo Chaput: «la visita se está desenvolviendo
también como uno de los más interesantes emparejamientos eclesiásticos en
este viaje del Papa. Su anfitrión será Chaput, un declarado opositor del
aborto y del matrimonio homosexual, quien ha tomado una línea dura acerca
de la doctrina de la Iglesia en su magisterio diocesano » (CBS).
En otras palabras, visto que el Papa no hizo de estos asuntos la punta de
lanza de su pontificado, como ha hecho en cambio con la pobreza, y como en
una ocasión afirmó, «no es necesario hablar a todas horas de estas
cuestiones», Francisco fue presentado en conflicto con Chaput y con los
obispos estadounidenses en general (New York Times).

Ahora bien, el WMF abrió una brecha para que se diera la ocasión
de cambiar de narrativa. Tal y como han destacado Time, CBS, Crux y otros periódicos, Chaput y Francisco de momento se
encuentran bastante de acuerdo. Así por ejemplo, mientras la diócesis de
Filadelfia gasta sólo unos 200.000 dólares al año en misiones pro-vida con
un solo empleado, ha destinado 4,2 millones de dólares para la lucha contra
la pobreza (CNS) contratando a un amplio equipo de colaboradores.

Así, los obispos estadounidenses sí pueden seguir siendo defensores
obstinados de la vida, del matrimonio y de la libertad religiosa, sin que
esto signifique que pasan por alto el tema de la pobreza. El Papa, por otro
lado, puede que no hable continuamente de estos asuntos, pero esto no
quiere decir que los infravalore: «En su discurso en la Casa Blanca […]
Francisco arrancó defendiendo la institución de la familia e hizo un fuerte
llamado a la defensa de la libertad religiosa, respaldando así la demanda
de los obispos estadounidenses para que haya una vigilancia mayor en este
tema» (Crux).

Decir otra cosa sería simplemente una narrativa falsa.


Concluyendo con el World Meeting of Families, como hizo el
Papa

El interés por los pobres también era manifiesto en el WMF.
Francisco eligió el festival de las familias, el último de los 4 días que
duró el congreso que tuvo lugar durante su recorrido por la East Coast. Mientras todas las comunicaciones de los ponentes del
discurso de abertura y de los que hablaron durante las sesiones menores
estaban relacionadas con la familia, hubo otras iniciativas, como la Helping Hands (Manos que ayudan), en la que se recogió comida para
los indigentes de África Occidental.

Si bien el Papa le haya robado el protagonismo a los medios de
comunicación, la narrativa a la que se recurrió para el Congreso con motivo
del WMF lo describió como internacional, interreligioso y
“energético”. Las familias que participaron a nivel global –20.000
participantes de unos 100 países– reunían personas de todos los estamentos
sociales: familias, clero, religiosos, jóvenes y adultos.

No fue solamente una encrucijada de todas las generaciones, sino también de
religiones. A menudo, los medios destacaron el aspecto interreligioso de la
cuestión. Por ejemplo, las palabras de presentación del dinámico dueto –el
arzobispo de Boston O’Malley y el pastor evangélico Pastor Rick Warren–
aparecieron con una cierta frecuencia (Associated Press, Washington Times, The Boston Pilot). La ponente
hebrea Naomi Schaefer Riley, quien habló de «Cómo el matrimonio
interreligioso está cambiando los Estados Unidos» fue otro tema de mucho
interés (National Review).

El WMF también fue presentado como energético, por su poder
transformador para la arquidiócesis (Vatican Radio). El pasado
reciente de Filadelfia ha acabado en el escándalo: las vejaciones sexuales
por parte de clérigos, malversación y deudas. No obstante, el WMF,
cristalizado por la presencia de Francisco, fue un momento de sanación, a
raíz del cual la mirada pudo dirigirse hacia el futuro, y una nueva época
en la vida de la Iglesia de Estados Unidos podría empezar a florecer. En
las propias palabras de Chaput, fue «un vuelco que renueva el espíritu. Y
personalmente creo que fue gracias al Espíritu Santo que guió a Papa
Benedicto XVI para elegir Filadelfia como sede de este encuentro mundial de
las familias» (Associated Press y también Washington Post).

Las narrativas de los medios de comunicación pueden reflejar la realidad,
pero la abordan y presentan mediante sus propios paradigmas que
naturalmente resultan muy limitados. Como en todas las historias, para
hacerse con la narrativa más rigurosa y certera, uno tiene que ir
directamente a la fuente, a los discursos y a las acciones prácticas de los
mismos protagonistas.

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