Que la familia es una pieza clave del edificio social ha sido un axioma que no necesitaba demostración, axioma fuertemente contestado hoy en las prácticas políticas y económicas y, desde luego, se encuentra bajo el asalto de la ideología del género en todo Occidente.

Que la familia fuese en el pasado, además, cimiento de la economía tradicional, nadie lo pone en duda. Que alguien la postule hoy como la clave económica para salir de la crisis del tardocapitalismo, puede parecer quijotesco. Sin embargo, y como documenta un original libro, no es una utopía: Josep Miró i Ardevol. Una nueva teoría de la familia, Ed. Círculo Rojo, 2015, 256 págs.

El libro del profesor Miró i Ardevol recuerda que, en la ecuación económica contemporánea – resolución de la crisis incluida– la familia puede ser una variable determinante. El hombre, como ser social que es, tiende a la totalidad, y por tanto las dinámicas personales de trabajo y estabilidad se refuerzan en la familia, permitiendo así un más fácil desarrollo económico.

Cuando la persona ha crecido fuera de un contexto de seguridad personal, tiende a considerar a aquellos con quien interactúa como personas que buscan ante todo su propia conveniencia. Esto trae como consecuencia la activación de una serie de mecanismos de protección de derechos personales y en definitiva altos costes de regulación y control. A estos últimos costes se refiere Josep Miró como costes transaccionales. Cuando una economía se basa en concepciones antropológicas contrarias a la naturaleza, destina una gran cantidad de recursos a la credibilidad institucional, entendida como transparencia y rendición de cuentas.

El autor señala que en los Estados Unidos se ha verificado en los últimos años un incremento del gasto en transacciones hasta de un cien por cien en algunos procesos. Cuando el coste de crear nuevos productos y servicios está acompañado por costes tan elevados, la economía se resiente fuertemente. A partir de estas observaciones, me parece que nuestro autor estaría de acuerdo con que las empresas que están llamadas a perdurar en el largo plazo no son las “transaccionales” sino aquellas que cambian la vida de las personas y que los académicos llaman empresas performativas, capaces de cambiar la vida de sus empleados, clientes e inversores.

Al conjunto de relaciones humanas que entretejen la sociedad, la economía y cada empresa, Josep Miró las denomina capital social, término utilizado ya desde la segunda mitad del s. XX con otras denominaciones símiles: economía civil, economía de la gratuidad, del don o de la comunión. El capital social incluye en la ecuación económica una serie de elementos como la educación en la familia, la confianza y capacidad de desarrollo humano, factores claves en una economía que busca un desarrollo sostenible en el largo plazo.

Al capital social se une un capital moral que es fruto no sólo de la riqueza producida por relaciones personales familiares o sociales que son en tantos sentidos obligatorias (bounding), sino que provienen de relaciones humanas basadas en la propia pertenencia a una religión, grupo de reflexión o común tradición moral y que nos llevan a buscar relaciones más amplias (bridging). Estas últimas relaciones nacidas del capital moral de una sociedad son las más fructíferas.

En el capítulo cuarto la conexión entre la edad de la población y el impulso creativo de la sociedad en su conjunto se hace todavía más evidente. El autor llega a subrayar que el futuro de Europa y de otros países económicamente aventajados dependerá del desarrollo de familias numerosas.

En mi opinión, la principal tesis del autor es que la sociedad económica puede ser reformada a partir de la institución familiar. Su argumentación está basada en datos estadísticos y estudios científicos que afirman que, cuando la familia funciona como centro de educación humana, ahorra dinero a las instituciones educativas. Cuando la familiafunciona como motor de creatividad, impulsa la creatividad mejorando la iniciativa civil y social, etc. De ahí que el autor otorgue gran importancia al “capital humano” como clave para el cambio económico.

Los estudios sociológicos rigurosamente aportados por el autor parten de un presupuesto antropológico a menudo olvidado. Los problemas de la sociedad que son muchas veces causados por la tecnología, no admiten sólo soluciones tecnológicas. Es más, incluso la solución puede no ser tecnológica sino de formación humana. Promover un crecimiento de la población como medida de desarrollo social y económico sustentable en el largo plazo debería significar, como en mi opinión hace este autor, un esfuerzo de traducción de la realidad antropológica del hombre que es miembro de una familia a la comprensión economizada de nuestra sociedad capitalista.

En definitiva, el libro del prof. Miró i Ardevol resume un importante esfuerzo por traducir la importancia de la familiapara quienes comprenden la sociedad sobre todo en términos económicos. No obstante, me parece importante subrayar que el valor de la institución familiar no se limita a ser una fuente de ahorro social, un generador de creatividad humana o un ámbito de desarrollo de talentos y capacidades personales. La familia es, por designio natural, la institución donde el ser humano puede alcanzar su mayor desarrollo como mujer y como hombre.

La institución familiar no sólo se comprende desde el punto de vista de su utilidad social y económica. La familiaalcanza su mayor significado cuando se observa desde la perspectiva de la cultura dominante que está detrás del uso de los instrumentos políticos y económicos que organizan la sociedad. Si la cultura dominante puede cambiar gracias a la promoción de familias numerosas, entonces cambiará también el uso de los instrumentos económicos que se utilizan.

El libro es de gran interés para académicos de ámbitos económico y familiar que estén familiarizados con la importancia de la institución familiar en términos macroeconómicos: ahorro, desarrollo sostenible, promoción social, creatividad humana, etc. Y es un libro adecuado también para quien tenga interés en la filosofía política y en la teoría de las organizaciones porque, en fin de cuentas, la familia es la célula de la sociedad humana, entendida como organización democrática, agrupación civil y asamblea religiosa.

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