Cuando los padres comparten actividades habitualmente en la red, tiende a
disminuir la exposición de los niños a contenidos perjudiciales (violencia,
pornografía, sitios que promueven odio, estafas y acoso de predadores). Así
lo probó ya el estudio de Cho (Universidad de Austin, Tejas) y Cheon
(Universidad de Florida) publicado en el

Journal of Broadcasting Electronic Media

en 2005.

En análoga dirección se mostraban los resultados del estudio de Mesch, de
la Universidad de Haifa, sobre el uso de Internet por parte de adolescentes
israelíes: el tiempo de uso de Internet está negativamente relacionado con
la dedicación de tiempo a actividades familiares y, más específicamente, el
“uso social” de la red (chatear, jugar on line y participar en
grupos de discusión) porta al aumento de conflictos entre padres hijos, a
diferencia de lo que sucede cuando la red se usa para fines instructivos o
educativos (The Journal of Family Communication, 6, (2), 2006).

En definitiva, la cohesión familiar limita los efectos negativos
de la red y, a su vez, ésta se ve limitada, si bien indirectamente, por el
tiempo invertido en la red y por el uso social predominante de Internet. El
concepto de cohesión familiar es un concepto acuñado por al sociología que
mide la “intensidad de los lazos emotivos que los miembros de una familia
desarrollan entre sí”, medidos en términos de relaciones más frecuentes y
estrechas entre ellos, y que se expresa generalmente en actitudes de apoyo
mutuo, realización de actividades juntos y afecto recíproco. Pues bien,
está ampliamente probado por los estudios de sociología de la familia que
la cohesión familiar afecta positivamente el desarrollo de los hijos y
favorece el juicio moral de los niños. En ese tipo de familias los padres
son la fuente principal de influencia moral y ejercen un mayor control en
los estándares morales de los hijos.

Los dos estudios citados confirman esos hallazgos para el caso de este
nuevo medio que ha entrado de lleno en el contexto de la vida familiar, y
de cuyos efectos aún sabemos poco, como afirma Mesch. Lo que sí sabemos es
que los niños usan la red y se exponen a contenidos negativos mucho más de
lo que sus padres imaginan, como el primero de los estudios prueba. O sea,
los padres tienen una percepción equivocada sobre su control de uso de la
red por parte de sus hijos.

Si a estas conclusiones añadimos algunos datos sobre los contenidos de la
red, de acuerdo con el reciente estudio de Optenet ( www.optenet.com), hecho a partir de
una muestra de 4 millones de URLs se ve que hay motivos para mejorar en una
educación a los medios y con los medios en el ámbito
familiar. Según el Informe del 2010 de esta empresa pionera en ofrecer
seguridad sobre los contenidos a empresas comerciales y a familias (100
millones de usuarios terminales), la pornografía supone aún el contenido
predominante de la red (37%); los websites para jugar on-line (RPGs), tales
como World of Warcraft, Final Fantasy and Grand Theft Auto 4, han
crecido un 212%; los sitios que contienen violencia han aumentado un 11%;
los que incitan al terrorismo, un 8% y los que venden drogas ilegales, un
7%. En definitiva, no hay motivos para bajar la guardia.

Autoestima, personalidad y uso de Internet

Lo que no sabemos, o al menos es pronto para afirmarlo con los pocos
estudios disponibles, es cuánto incide la personalidad de los sujetos en la
frecuencia y en el tipo de uso de Internet. Presumiblemente, determinados
rasgos caracteriales y de personalidad estarían asociados a un uso intenso
de Internet, especialmente de carácter social. Se ha visto que los jóvenes
con baja autoestima, debida principalmente a falta de apoyo paterno y a
sentimientos de minusvaloración por parte de los compañeros, son más
adictos a Internet. De modo que la variable “autoestima” debería afectar al
modo en que el uso de Internet incide en la cohesión familiar a través del
aumento de conflictos entre padres e hijos y del mayor tiempo restado a las
relaciones familiares. Sin embargo, el estudio de Mesch que controla el
peso de esa variable, no observa alteraciones. En definitiva, el uso social
de la red y el tiempo dedicado a Internet disminuyen la cohesión familiar
con independencia del carácter del sujeto.

Metodología de los estudios

El estudio de Mesch ha sido efectuado a partir de una muestra
representativa nacional total de 1.000 adolescentes israelíes de entre 13 y
18 años conducida por el Minerva Center for Youth Studies de la Universidad
de Haifa. Los entrevistados finales, usuarios habituales de Internet, son
el 42%, que se ajustan al 44% de hogares con conexión a la red. La muestra
y el sofisticado estudio estadístico con los parámetros que miden la
cohesión familiar, conflictos padres-hijos, el tiempo de actividades en
familia, uso de Internet y la variable de control “autoestima”, avalan la
calidad del estudio. Sin embargo, como el propio autor reconoce, el estudio
tiene una limitación fundamental: la de medir sólo la percepción subjetiva
de los jóvenes y no la de los padres.

A diferencia del precedente, el estudio de los profesores de la Universidad
de Austin (Texas) y Florida, sobre un total de 190 familias de las 390
seleccionadas, acopla las respuestas de los cuestionarios a los hijos
(entre 11 y 16 años) con los de sus respectivos padres. Esto ha
posibilitado medir y comparar las percepciones de padres e hijos. Los
cuestionarios han sido suministrados a través de los colegios donde los
niños estudian.

Norberto González Gaitano. Universidad de la Santa Cruz, Roma

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