El mundo sigue luchando con una crisis histórica que afecta a las familias
de modo especial; pero si en algunos casos la pandemia ha devuelto valor a
la familia, en otros ha revelado las enfermedades de la sociedad. Con
demasiada frecuencia la infancia está al servicio de los adultos, con
demasiada frecuencia nos olvidamos de los más pequeños para satisfacción de
los adultos.

Esto es lo que ha pasado en Ucrania, donde se ha extendido la práctica de
las «fábricas» de niños. La noticia ha pasado casi inadvertida: en un
hotel-clínica de Ucrania, unos cincuenta niños, nacidos por gestación
subrogada, están “aparcados”, pues, a causa del confinamiento, no podían
ser “recogidos” por los compradores.

¿Clínica infantil o fábrica de horrores?

El término clínica evoca una estructura dedicada a la atención de enfermos,
a la protección de la salud, ciertamente no al comercio de niños. Esto
puede ser suficiente para suscitar al menos algunas perplejidades, en
cambio en el caso que comento a continuación aparece la más atroz de las
crueldades: niños, uno al lado del otro en cunas transparentes, arropados
con mantitas de colores pastel, cada uno con su propio nombre en la cuna,
en un ambiente de luz tenue y tranquilidad; lástima que no se trate de la guardería de una clínica, sino del vestíbulo de un hotel que, como
si fuera un depósito de paquetes de Amazon, “almacena” estos pequeños
inocentes encargados, pagados y no recogidos. Niños que han estado durante
nueve meses en el seno de madres tan desesperadas que han vendido su hijo y
sus cuerpos, y después han sido alejadas de ellos inmediatamente después
del parto, para que evitar el peligro de apegamiento. ¿Cuál es el
resultado? Niños momentáneamente huérfanos. ¿La razón? Satisfacer a
cualquier precio un deseo, y esta vez el coste es la vida de criaturas
totalmente ajenas a la situación. En el vídeo que ha circulado por la web
todo parece perfecto: hermosos niños en cunas perfectamente alineadas,
cuidados por enfermeras y niñeras impecables y excelentes pediatras; pero
la perfección esconde el drama de una falta de respeto a principios éticos
fundamentales y universales, en primer lugar, que la vida humana no se
compra.

Los obispos católicos ucranianos han hablado de este asunto: «La pandemia
de coronavirus revela muchas patologías en nuestra vida pública moderna . Una es el fenómeno de la gestación subrogada, en el que
las personas son tratadas como una mercancía que se puede pedir, fabricar y
vender (…) «.

Maternidad subrogada: un paso atrás para la mujer

La práctica de la gestación subrogada no se produce sólo en Ucrania, que se
ha convertido en un centro con peticiones de todos los países del mundo
gracias a sus «precios» competitivos; por desgracia, se extiende cada vez
más por todo el mundo.

La mujer se convierte en un contenedor y el embarazo, en un servicio a los
demás. Pero ¿cómo se puede pensar en prescindir de ese don de sí mismo que
genera la vida? ¿Es posible que un niño se haya convertido en objeto de
deseo, que debe satisfacerse a toda costa, independientemente de la
biología de la generación, que, para generar a un hijo, exige un hombre y
una mujer con correspondientes órganos sexuales, y los gametos masculinos y
femeninos? ¿Realmente es un progreso para el hombre? ¿Qué significa
progreso? ¿Avanzar en la destrucción de las bases éticas universales, o
progresar en la búsqueda de la verdad y el bien de la humanidad (y no en la
satisfacción del individuo), en la construcción de sociedades mejores desde
la infancia?

La investigación científica es un bien precioso al servicio de un bien
mayor, el de la persona, de cada persona, y un recién nacido es persona
desde la unión de los gametos parentales, pero por desgracia, en la
práctica de la gestación subrogada, si aparece un bien, es egoísta (y de
acuerdo con el significado antropológico de bien, ni siquiera es tal), es
sólo el de los padres, porque el niño se reduce a mercancía de compra, y
por esta sola razón viola la dignidad de la persona humana. Remitimos a
otros estudios sobre las implicaciones psicológicas de estos niños, recién
nacidos, deliberadamente apartados de sus madres, para no arriesgarse a
ningún apego, y de otros muchos que son comprados por parejas homosexuales,
privando al niño del derecho a tener un padre y una madre.

La opinión de Dolce y Gabbana

Dolce y Gabbana, diseñadores italianos que viven juntos desde hace años,
declararon abiertamente en 2015 que la familia no es una moda pasajera,
sino un sentido de pertenencia sobrenatural, y con toda sencillez
afirmaron: “la familia se ha convertido en un icono de la Sagrada Familia,
pero no es cuestión de religión, ni de estado social: naces y tienes un
padre y una madre”. Por este motivo, Domenico Dolce afirma que no comparte
las prácticas que permiten tener un hijo como producto de la química, pues
la procreación -subraya- debe ser un acto de amor. “La vida tiene su propio
camino natural, hay cosas que no deben ser cambiadas. Y una de ellas es la
familia”.

Es sorprendente cómo estos hechos coincidieron con el aniversario del Día
Mundial de los Padres el 1 de junio. En esta fecha, FAFCE (Federación de
Asociaciones Familiares Católicas en Europa) recordó la importancia de la
maternidad y la paternidad, y pidió el reconocimiento de su fundamental
papel durante la pandemia. Vincenzo Bassi, presidente de la FAFCE, expresó
que en tiempos del Covid, la familia ha demostrado ser una roca en la vida
de las personas. Sin proponérselo, la familia se ha reevaluado a causa de
lo que es: la célula vital de la sociedad, más aún, el ADN de la sociedad,
sin el cual la sociedad misma no existiría. Sin embargo, la familia no se
considera una prioridad a veces, aunque esperamos que esta pandemia
consolide el valor de la familia, el papel de los padres, que no debe ser
eclipsado por nuevos derechos, como el de tener un hijo, sin considerar el
mayor derecho de un hijo a un padre y una madre.

La familia, compuesta por madre, padre e hijos, hunde sus raíces en la
esencia más profunda del ser humano, biológica e incontrovertiblemente
hombre y mujer, y creado a imagen de Dios: de ahí su dignidad. La correcta
relación entre hombre y mujer debe enfocarse desde ahí.

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