El regreso a la infancia del corazón de los jóvenes extraviados… y también de los presuntos adultos
Luca Muglia. El jardín invisible. Terapia psico-espiritual para jóvenes con dificultades. (Il giardino invisibile. Terapia psicospirituale per giovani in difficoltà). Aliberti, Reggio Emilia, 2020.
El autor, que ha adquirido una consolidada experiencia en la recuperación
de jóvenes en un Instituto Penal Juvenil en el sur de Italia, elabora una
propuesta de formación del corazón, basándose en el conocimiento sapiencial
de los Padres de la Iglesia y en la espiritualidad oriental, enriquecida
con información seleccionada de la psicología moderna y de las ciencias del
comportamiento.
Las «enfermedades del deseo», que se apoderan de los jóvenes extraviados –
y también de los adultos con personalidades frágiles porque no han madurado
adecuadamente- se han multiplicado en las sociedades posmodernas, imbuidas
de un materialismo y de un individualismo exacerbado. La descripción de
estas patologías que presenta Luca Muglia en el primer capítulo es
exhaustiva, aunque en algunos momentos pueda sonar apocalíptica. El uso
inmoderado de las nuevas tecnologías ha agravado el problema de la
formación de la identidad personal, que siempre ha sido el reto de cada
generación. Es cierto que hoy en día es más difícil dejar un legado de
«humanización» a la siguiente generación, siempre que admitamos que lo
hemos adquirido en la nuestra. Las «verdades humanas» (incluidas las
verdades morales, espirituales y religiosas), a diferencia de los avances
tecnológicos y científicos, no están al alcance de la mano para ser
simplemente adquiridas y utilizadas sin compromiso y sin riesgo personal.
El «centro interior» de la persona es lo que realmente está en juego.
La propuesta terapéutica de Luca Muglia – y que yo llamaría
también de formación– tiene como objetivo influir precisamente en
este núcleo espiritual de la persona, sin las disimulaciones propias de los
ambientes culturales que han impedido -por prejuicios ideológicos derivados
de la Ilustración- el acceso a los «recursos espirituales» presentes desde
tiempos inmemoriales en la tradición sapiencial de cada cultura, incluida
la cristiana. El camino que el autor traza para «educar a los invisibles»
se desarrolla en pasos bien articulados: 1) la paciencia de “llegar a ser
quien se es”, y que yo llamaría educar al realismo; 2) la
pedagogía de los gestos audaces, y que yo llamaría enseñar a decidir, es decir, formar la libertad interior, la única
verdadera libertad frente a la cual la mera capacidad de elegir entre una
oferta más o menos variada de opciones es sólo una apariencia de libertad;
3) y todo esto con la ayuda del Maestro interior, Alguien que
quiere colaborar con nosotros para llegar a ser lo que realmente somos y no
uno de los muchos modelos superficiales repetibles. Hoy en día, por
desgracia, muchos jóvenes – y no tan jóvenes- actúan, se mueven… y acaban
siendo fotocopias miméticas de modelos estandarizados, creados por los
«ingenieros psicológicos» del comportamiento individual y social que
trabajan al servicio del dios dinero en todas las formas idolátricas con
las que se disfraza para suscitar las pulsiones del deseo (poder,
reconocimiento, sexo, etc.), ídolos que no pueden satisfacer nuestro deseo,
porque son simulacros, y porque nuestro deseo es infinito.
Es por lo tanto, en mi opinión, es un libro atrevido, fascinante y muy útil
para los educadores. Tal vez el autor se deja llevar demasiado por una
comezón academicista que le lleva a cargar el texto con muchas citas
eruditas, que a veces le quitan linealidad a su pensamiento. El objetivo
final, sin embargo, es claro: alcanzar y purificar los corazones de los
jóvenes descarriados o llamados «difíciles».