Es la puerta abierta de tu habitación la que me recuerda que no estás ahí.
Siempre está completamente abierta cuando te vas y siempre cerrada cuando
vuelves. Al principio, aunque no sabría decir cuándo empezó, lo viví como
una exclusión, y lo sentía mucho, lo confieso. Ahora, no es que me guste
estar fuera, pero me he dado cuenta de que no sería correcto entrar, a
menos que tú quieras, cosa que no sucede a menudo.

La puerta que se cierra marca el final de un camino, el comienzo de uno
nuevo, y estoy aprendiendo que acompañarte significa, en este momento, no
tomarte más de la mano, sino seguirte más allá de los dedos entrelazados,
fuera del reflejo de nuestras sombras, tal vez incluso más allá de la
mirada, pero nunca lejos del corazón.

No me gusta cuando discutimos, no me gusta cuando levantamos la voz; pero
ya lo sabes, no quisiera renunciar a mi ser madre. Intento comprender tus
motivos, respetar tus posiciones, pero me doy cuenta de lo difícil que es
mantener los principios y transmitir valores a alguien que «como principio»
parece adoptar el rechazo como su único valor. Y éste eres tú, por
supuesto, con tu «no, no me importa, pero qué estás diciendo, es
absurdo….».

Como dice tu padre, somos tus fans, que te animan cuando haces un buen
tiro, y que también te pueden silbar cuando algo va mal, pero sólo porque
te queremos, porque nos preocupamos por ti.

Por eso deberías saber que…

No quiero dejar de decirte que no llegues tarde por la noche por miedo a
pelear.

No quiero dejar de esperarte, tal vez leyendo o a veces dormitando, para
darte las buenas noches aunque ya sea de día.

No quiero dejar de increparte que ordenes tu habitación, para evitar que se
convierta en un caos irreversible.

No quiero dejar de discutir nuestras ideas, aparentemente tan diferentes,
para ayudarte a reconocer y evaluar todos los puntos de vista y sus
fundamentos.

No quiero dejar de decirte que no estoy de acuerdo con las letras de
ciertas canciones que escuchas, aunque signifique sacrificar una buena
dosis de mi orgullo en el altar de tu despiadada sátira sobre mis gustos
musicales; trato de despertar, de este modo, tu espíritu crítico.

No quiero dejar de robarte uno de tus abrazos antes de irme, pillándote por
sorpresa, quizás aprovechando tu distracción, porque es hermoso conservar
durante todo el día tu mirada en la reacción: una verdadera mezcla de
complacencia y aversión.

No quiero dejar de seguir tu paso, aunque sé que tengo que hacerlo cada vez
desde más lejos, porque es hora de que se cumpla «ese venir al mundo», que
comenzó hace 15 años.

Respeto tu autonomía y me gustaría seguir apoyándola, si me dieras la
oportunidad, como lo he hecho desde que aprendiste a caminar. Proponerte
reglas que no te gustan me cuesta, no te imaginas cuánto, pero seguiré
haciéndolo, intentando en la medida de lo posible ser rigurosa y
consecuente, incluso a costa de parecer a tus ojos rígida e inflexible.

Sé que no puedo evitar que cometas errores ni que sufras, pero no me
perdonaría la ligereza de dejar pasar un asunto importante, solo por temor
al conflicto y lo que podría resultar de él. Las reglas son límites, estoy
de acuerdo, pero también confines: trazan criterios, ayudan a definir
caminos. Y espero que puedas realizar tu proyecto y que, en la búsqueda de
sentido, encuentres la dirección correcta.

No soy perfecta, pero lo doy todo para hacerlo de la mejor manera. Y sé que
piensas que el problema es que me esfuerzo demasiado y que esto lo vives
como una intransigencia insoportable.

Aprende de mis limitaciones, fortalécete con mis miedos, y perdóname si a
veces insisto. No quiero que dependas de mí, así como no quiero que
dependas de nada más que de tus elecciones, tus decisiones, verdaderamente
libres y responsables.

Es bonito ver con qué determinación proteges tu libertad de cualquier
imposición, pero realmente espero que puedas poner una pasión aún mayor
para defender, de cualquier moda o condicionamiento, la libertad de hacer
tus sueños realidad.

Previous

Narración y terapia médica: cómo acercar pacientes y medicación

Next

Eutanasia, ¿puede ser la muerte una elección verdaderamente libre?

Check Also