Fotografiar o grabar vídeos frenéticamente puede estropear –en vez de
captar- la magia de los momentos que vivimos, y arruinar los recuerdos que
se fijan en nuestra memoria. Esa ansiedad por perpetuar o compartir
instantáneamente una experiencia –sin observar, contemplar, “saborear” la
realidad que vivimos-, puede hacer que desperdiciemos la belleza del
presente.

Además, la excesiva preocupación por la “pose”, en el momento del disparo,
en lugar de centrarnos en las personas con las que estamos y en lo que nos
rodea, puede disminuir el grado de participación en las diversas
situaciones, y de este modo reducir la belleza del recuerdo.

Lo revela un estudio coordinado por Maryanne Garry, docente de Psicología
de la Victoria University de Wellington, Nueva Zelanda.

Si queremos asegurar hermosos recuerdos, hemos de mantener a raya la manía
de los selfie y de compartir imágenes de un modo incontrolado en
las redes sociales.

He aquí algunas sugerencias para disfrutar más del presente y preservar la
belleza de los recuerdos…

1.


Fijar el punto de mira en la realidad, antes que en una pantalla

Cuando hacemos algo agradable, nuevo, especial -también en momentos de
habituales rutinas- podemos sentir el deseo de encerrar la realidad en la memoria de un móvil, como si
quisiéramos hacer eterno ese instante.

Es bueno conservar y ver de nuevo vídeos y fotos, porque nos permiten
zambullirnos en el pasado. Es hermoso volver a ver los primeros pasos de un
hijo ya adolescente, o mucho más sencillamente, gracias a los cortometrajes
rodados con el móvil, “regresar” con la mente a un antiguo concierto.

Los problemas surgen cuando, en vez de reservar un espacio marginal para
vídeos o fotos, estos “invaden” todos los momentos.

Quizá estamos más preocupados por grabar los primeros pasos del niño, en
lugar de mirarlo avanzar hacia nosotros orgulloso y feliz; o pasamos el
tiempo de un concierto con el teléfono entre las manos, en lugar de bailar
y cantar con los que tenemos al lado…

Nuestro primer consejo, por tanto, es: mirad alrededor vuestro, observad, disfrutad el instante.
Si tienes la tentación de sacar el móvil para disparar, párate. Fija la
mirada en la realidad, aprecia la belleza de lo que estás viviendo, y sólo
después, como mucho, regálate la posibilidad de recordarlo en el futuro con
un vídeo o unas fotos.

La realidad primero hay que vivirla, no filmarla
.

2.

Fotos de recuerdo sí, pero con medida: mejor pocas, y buenas

Cuando vamos a una fiesta, a una excursión, o participamos en un
acontecimiento, pasamos gran parte del tiempo con el teléfono pegado a las
manos. Nos convertimos en fotógrafos o camarógrafos obsesos: disparamos
fotos a todo, a todos, con todos. En particular, abusamos de los selfie, rápidamente compartidos en las redes sociales. Hacemos
tantas fotos que podríamos montar una exposición, gastamos muchas energías
buscando el mejor encuadre, pero no nos damos cuenta de que esta «fatiga»
nos produce un estrés quizás ligero pero suficiente para impedirnos
“saborear el momento».

Tenemos ansia de inmortalizar todo, creemos que así “recordaremos mejor”:
ocurrirá lo contrario, porque una excesiva atención a los disparos, nos
lleva a no concentrarnos en lo que estamos viviendo.

Mejor un disparo menos y una palabra más con el vecino.

Nuestro consejo es: fotos y videos sí, pero sin pasarse.
Mejor pocos, pero buenos.

Bastará una sola foto o un vídeo bien hecho para sumergirnos, en un
instante, con la mente y con el corazón, en una jornada entera.

3.


Compartir el momento primero con quien tienes al lado, y después
con quien está lejos

Preocuparnos demasiado por compartir fotos o vídeos en las redes sociales –
es decir, con quien está lejos físicamente de nosotros- puede llevarnos a
no vivir plenamente la realidad con quienes tenemos al lado. Es una
paradoja, pero puede suceder.

¿Habéis visto quizá a 4, 6 u 8 personas en torno a una mesa, todas en
silencio, con un celular en la mano? ¿Qué recuerdo se podrá tener de una
velada así?

Habremos actualizado nuestro

perfil de Facebook, pero hemos descuidado la relación con quien estaba
junto a nosotros.

Nuestro consejo, pues, es atarte las manos si pasas más de un minuto en una
red social, cuando está al lado una persona de carne y hueso, o caminas por
un jardín lleno de flores…

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