Las fabulosas tardes de verano, con esa brisa cálida mientras los niños juegan en el jardín, me han servido para enfrascarme en la amena lectura de un libro con un título muy sugerente: “Cine y familia. Descubrir los valores a través de las películas de nuestra vida”, coordinado por Daniel Arasa senior y con contribuciones de varios autores amantes y expertos de cine.

En él se menciona unos galardones que nacieron en 1996 en España, de la mano de Arasa, y que hoy cumplen 25 años. Son los premios Familia, otorgados por el Grup d’Entitats Catalanes en la sección de CinemaNet, a aquellas películas y personas del mundo cinematográfico que reflejaran en su trabajo los valores humanos, familiares, educativos, sociales y cívicos.

Había que motivar y premiar a todos aquellos que de alguna manera contribuían a hacer del cine y las series el sitio perfecto donde transmitir los buenos valores, aquellos que nos hacen más humanos y que nos dignifican. Por un lado, para reconocer su trabajo, y por otro para fortalecerles en un mundo en el que hay que ir contracorriente.

¿Cómo transmitir lo que supone el perdón en las personas? ¿Cómo hacer llegar las bondades de una familia unida a la sociedad? ¿Cómo mostrar al mundo que un matrimonio puede durar toda la vida a pesar de las adversidades?

Disponemos de una herramienta crucial con el séptimo arte, capaz de conectar con el espectador y hacerle sentir, reaccionar y soñar. Es un trampolín que puede emplearse para bien o para mal.

A través de distintos autores, el libro hace un repaso a los distintos factores que afectan a la familia, capaces de traspasar la pantalla llegando al espectador. Y lo hace de la mano de filmes de toda la vida, que probablemente algunos habremos visto muchas de veces. Y es que el buen cine atrapa y genera agradables que elevan. Y, al contrario, las películas que dañan la institución familiar generan resultados catastróficos.

Así lo hace constar Alfonso Méndiz, rector de la Universidad Internacional de Cataluña , en su aportación sobre cómo influyen las series en los jóvenes y en la familia. Tan pronto pueden ser obras maestras como todo lo contrario. Un ejemplo que destaca es el “Juego del calamar”. No es una serie para niños, y aquí los padres tenemos que llevar las riendas y no estar a merced de lo que nos ofrece la industria, poniendo filtros y control, si fuera el caso.

Un target influenciable y de gran vulnerabilidad son los adolescentes. Méndiz destaca el ejemplo de cómo las series policíacas que se pusieron tan de moda hace unos años impactaron en los jóvenes, llegando incluso a influir en la elección de carrera universitaria. O el tema del suicidio que saltó a la gran pantalla de la mano de “13 razones”, un tema delicado precisamente para los adolescentes, que empiezan a definir su personalidad autónomamente y a veces con dificultad. .

Es una gran responsabilidad, por tanto, de los cineastas y también de los padres, actuando a veces de muro contenedor entre la oferta que nos ofrece la industria y nuestro hogar. 

Los padres de hoy venimos de épocas donde se ha ejercido mucha autoridad y tal vez nos encontremos ahora en el otro lado del péndulo. Sin embargo, no debemos escatimar nuestra función educativa. Así lo hace constar Mª Ángeles Almacellas, doctora en Filosofía, en su artículo “El cine instrumento educativo en la familia”.

Sugiere que volvamos a poner de moda los cinefórums, aquellas tertulias en las que se visionaba un filme y después se debatía acerca del mismo. Porque ayuda a dar criterio y a cuestionarse acerca de lo que uno ve.

Otro tema que no cesa en repetir la psiquiatra Marián Rojas, y que trae Almacellas a la palestra, es el de entrenarse a posponer la recompensa, tan necesario en nuestra sociedad de hoy. Estamos inmersos en una cultura de la inmediatez, acompañada de una gran oferta para escoger. Sin embargo, lo que aparentemente parece la solución a nuestros problemas deriva en un incremento de la soledad y el encierro en nosotros mismos.

Nacho Laguía, máster por la Universidad de Navarra, expone cómo Disney ha cambiado la familia. Es interesante ver que muchos de sus clásicos omiten la figura de los padres. Aunque se han dado dos lecturas, la que parece más afín es que el propio Walt Disney tuvo un evento traumático al perder a su madre, y así quedaba reflejado en sus películas. Por tanto, constatamos que detrás de los personajes hay personas, con sus heridas y vivencias, y éstas, para bien o para mal, influyen en el cine.

Pero la experiencia del cine es mucho más que visionar una película. Son las palomitas, la banda sonora, el guión, los actores. Cuando todas estas características confluyen pueden dar lugar a una obra maestra.

El prestigioso American Film Institute ha destacado en los últimos años en el puesto número 1 la película “Qué bello es vivir”. Una película que envejece y,sin embargo, sus valores no lo hacen, y es lo que provoca que año tras año la televisión la rescate cada Navidad y la veamos como si fuera la primera vez, aunque nos la sepamos de memoria.

¿Y qué valores son esos que no pasan nunca de moda y que propician una obra maestra? Son el perdón, la amistad, la familia, la lealtad, el amor, ingredientes suficientes que influyen positivamente en el espectador. Lo positivo alienta el crecimiento en humanidad de la persona. Al contrario, lo negativo desedifica y da como válida una forma de vida equivocada y que solo trae destrucción.

Por eso tienen sentido los premios que otorga Cinemanet, pues son una bocanada de aire fresco en la industria cinematográfica alentando a actores y directores a sacar lo mejor de ellos mismos y a poner de moda los verdaderos valores.

Lamentablemente, y para no alargar más el ya extenso artículo, no puedo nombrar a todos los autores en el libro indicados, pero los incluyo de algún modo en las dos conclusiones que he sacado del libro. Por un lado, volver a ver cine en familia, preparando muy bien la puesta en escena para hacer de esa noche una experiencia única. Y, por otro lado, prestar atención a la hora de escoger la película, terminando con un poco de debate. Una especie de cinefórum casero que ayude a todos a pararse a pensar, tan necesario en nuestros días.

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