Se encuentran, se enamoran, hacen proyectos, se prometen fidelidad eterna.
Todo parece ir bien, hasta que no aparece el egoísmo y entran en juego los
intereses personales, que chocan con los compartidos. Y entonces, el idilio
termina: los dos se alejan o, peor, comienzan a odiarse, a hacerse la
guerra, olvidan que habían soñado realizar algo grande juntos y que se
habían jurado un amor sin fin.

Una trama usual, en el mundo de la literatura y de la gran pantalla, en la
cual pueden verse reflejados quienes han visto marchitarse los propios
sentimientos o cambiar las propios estados de ánimo después de un abandono
o una traición.

Según una versión realizada recientemente por Disney, esta es la historia
de Maléfica, la conocida ‘bruja mala’ del cuento de ‘La bella durmiente’,
contada de una forma absolutamente original en una película dirigida por

Robert Stromberg

, en su debut como director, donde la protagonista es Angelina Jolie.

La historia narrada inicia, en este caso, mucho antes del encantamiento que
llevaría después a la princesa Aurora a un sueño perenne en el día de su 16
cumpleaños. Inicia, por tanto, antes que el hada se gane el papel de
antihéroe de la historia.

Maléfica es una criatura encantadora, buena y honesta. Es aún solo una
niña, cuando un joven y humilde campesino llega casualmente al brezal donde
ella habita. Los dos se empiezan a ver, se enamoran y comienzan una
relación.

Todo, sin embargo, está destinado a terminar: él se deja llevar por el
deseo de poder y pondrá su éxito personal por encima de la unión. Y en vez
de a su dulce hada, preferirá la prestigiosa ‘vida de palacio’ a servicio
de un reino que además quiere destruir el lugar donde vive Maléfica.

La hostilidad del reino hacia los habitantes del brezal crece hasta tal
punto que el rey, anciano y herido tras un enfrentamiento, promete conceder
la sucesión al trono a quien mate a Maléfica. Ella, de hecho, mientras
tanto se había convertido en una especie de hada reina y defendía su
tierra, injustamente amenazada por los humanos del reino.

Cuando se entera de esto, el hombre que un tiempo amó, va a verla. Después
de advertirla de los peligros que corría, los dos terminan hablando,
abrazándose y los viejos sentimientos parecen reflorecer. Al caer la noche,
Maléfica se duerme entre sus brazos, pero el hombre, viéndola dormir, no
resiste la tentación de cortarle las alas (privándola del don más grande
que ella había recibido: la capacidad de volar), para llevarlas al rey como
muestra de victoria, y obtener así la herencia. Una traición mezquina, que
le procurará la sucesión al trono, pero que hará mala a Maléfica y dará
lugar a una serie de resentimientos llenos de odio entre los dos.

El hombre, convertido en rey, se casa con una bella princesa y ella, poco
después, trae al mundo una pequeña niña, Aurora. Se presenta así, para
Maléfica, la ocasión de su venganza: en esta versión, el encantamiento
sobre la princesa Aurora solo tiene el fin de hacer sufrir a su padre. La
niña debería crecer sana y bonita, pero el día de su 16 cumpleaños, se
pincharía con la aguja de una rueca y se dormiría para siempre, a menos que
no recibiera el beso del verdadero amor.

Aurora es una criatura indefensa y sobre todo inocente, pero, como sucede a
menudo en la vida real, en las familias llevadas por el odio, se le priva
de su dignidad como persona para ser utilizada como un arma. La princesa
representa así cada hijo «usado», o tratado como tierra de combate, donde
los padres sólo quieren ganar una guerra que comenzó entre ellos, incluso a
expensas de la felicidad del niño.

Volviendo a la historia, el rey, después de la maldición, pide que se
quemen todas las ruecas de todo el reino y encraga que la niña sea cuidada
por tres hadas distraídas y descuidadas en una casa en el bosque lejos del
palacio real. Maléfica, gracias a un servidor fiel, también consigue no
perder de vista a la niña e, incluso, termina por vivir muy cerca de ella,
tanto que se encariña con ella. Para suplir la falta de figuras paternales
estables y fiables, Maléfica se convertirá en una especie de madre adoptiva
para la niña: la escuchará pronunciar sus primeras palabras, la observará
conducir sus primeros pasos, verá esbozar en sus labios las primeras
sonrisas, la escuchará llorar.

Al pasar los años, Maléfica se arrepentirá de haber lanzado su maldición:
dejará de sentir odio y se sentirá redimida por el afecto que siente por
Aurora. Intentará deshacer el encantamiento pero no podrá: cuando lo lanzó
dijo que ningún poder terreno podría deshacerlo. Solamente el amor podría
salvarla, pero Maléfica, consciente del fracaso de su única relación, no
conseguía creer en el verdadero amor, y estaba segura que, una vez caída en
el sueño, Aurora dormiría para siempre. Por eso, a medida que se acercaba
la fecha del 16 cumpleaños, Maléfica se entristecía y se arrepentía cada
vez más de lo que había hecho.

En contraposición con el recorrido interior de Maléfica, está el del rey:
se obstina en ver la salvación de la niña solo como una cuestión de
principios. Para él, el bien de la hija no cuenta, nada cuenta, solo quiere
ganar su batalla, tener la última palabra. Hasta el punto que, mientras la
mujer, enferma, está muriendo, él no quiere ser molestado y prefiere estar
solo, en una habitación oscura, hablando con las alas de Maléfica guardadas
en una urna y prometer una vez más que ganaría él. Cuando la niña, el día
de su 16 cumpleaños, vuelve a palacio y lo abraza, él se muestra impasible
(aún siendo la primera vez que veía a su hija en 16 años). Lo único que
consigue decir es: «Dije que debía volver el día después de su 16
cumpleaños, no el mismo día». De hecho, su objetivo no era volver a abrazar
a la hija, no era hacerla vivir feliz, segura: sino solo demostrar a
Maléfica y a sus súbditos que era más fuerte que sus encantamientos.

En esta historia, el rey es el antihéroe: él representa el padre que no
consigue salir de la prisión de su orgullo, que no es capaz de hacer vencer
el amor por la niña sobre el impulso de su ego y el odio por su antiguo
amor.

Aurora se pinchará el dedo, caerá en el letargo maléfico. Intentarán que la
bese un príncipe, pero será inútil. Aurora se despertará solo cuando su
madre, después de pedirle perdón, la besará en la frente. Era ese el
verdadero amor que, en ese momento, la joven necesitaba.

La historia parece enseñar que el amor de un padre es insustituible y que
para curar las heridas de los propios hijos -naturales o adoptivos, como en
este caso- en necesario saber pedir perdón, saber dejar las armas y
concentrarse en ellos.

Al final, después de un enfrentamiento decisivo entre el rey y Maléfica -el
rey de hecho, quería a toda costa matar a Maléfica y termina matándose él
mismo, cayendo de una torre- Aurora, ahora huérfana, irá a vivir para
siempre en el brezal junto a Maléfica.

Disney ha querido dar una segunda oportunidad a uno de los personajes
tradicionalmente más malos de su producción. Ha querido mostrar que no
todos los malos lo son por el simple gusto de serlo: algunos se convierten
en ello después de un gran dolor, pero no todas las veces quedan así para
siempre. Para cada «malo», de hecho, existe una posibilidad de redención. Y
además, ha querido lanzar un mensaje fuerte en una sociedad con muchas
familias destruidas por el amor fracasado de los padres.

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