Historias, publicaciones, reels forman parte de nuestra nueva forma de comunicar, de compartir, de conectarnos con los demás; sean amigos, conocidos, clientes o incluso desconocidos.

Muchos afirman, pensando en los mecanismos de las redes sociales, que estas están haciendo más áridas las relaciones. Muchos sostienen que las amistades son menos auténticas, que se fomenta el narcisismo y el egocentrismo, desde que las pantallas han invadido nuestras existencias. Las redes sociales nos alejan, en muchas ocasiones, más que permitir una verdadera relación.

Las redes sociales no ayudan a preservar el pasado

Uno de los mayores riesgos asociados al uso de las redes sociales – y de esto queremos hablar ahora – es la pérdida de la memoria, de tradiciones y de una experiencia que cada familia debería preservar celosamente. Nos referimos, por ejemplo, al modo de crear y mantener vivos los recuerdos.

Está demostrado que tomar fotografías o grabar videos frenéticamente puede estropear – en lugar de capturar – la magia de los momentos que vivimos con seres queridos y arruinar, por lo tanto, los recuerdos que se imprimirán en nuestra memoria.

Las últimas generaciones viven en la ansiedad de inmortalizar o compartir instantáneamente cada experiencia – en lugar de observar, contemplar, «saborear» la realidad que se vive.

Ya les hemos hablado de Maryanne Garry, profesora de Psicología en la Victoria University de Wellington, en Nueva Zelanda, quien sostiene que si queremos tener buenos recuerdos hay que controlar la manía de los selfies y la compartición descontrolada en las redes sociales.

Siguiendo su tesis, se deduce que es mejor fijar la mirada en la realidad antes que en la pantalla cuando hacemos algo agradable.

¿Cómo mantener vivos los recuerdos?

No es nuestro teléfono móvil el que hace eternos los momentos bellos que estamos viviendo, al contrario, a veces es más un intruso que un aliado en preservar la belleza de las emociones vividas. No hay nada de malo en tomar fotos de recuerdo, sin embargo, si queremos disfrutar plenamente de los momentos, «mejor pocas, pero buenas».

Tomando muchas fotos, capturando tantas instantáneas, creemos que «recordaremos mejor». De hecho, explica esta psicóloga, sucederá lo contrario, porque prestar demasiada atención a las tomas nos lleva a concentrarnos menos en lo que vivimos.

Finalmente, preocuparnos excesivamente por compartir fotos o videos en las redes sociales – por lo tanto, con quienes están físicamente lejos de nosotros – puede llevarnos a no vivir plenamente la realidad con quienes tenemos al lado. Es una paradoja y, sin embargo, puede suceder.

Recuperemos el concepto de «vida privada»

Del mismo parecer es Paolo Crepet, psiquiatra de renombre, que ha expuesto al periódico italiano La Stampa su preocupación por la forma en que se utilizan hoy las fotos en las redes sociales, subrayando la ausencia de fronteras entre lo público y lo privado en la sociedad actual.

El experto ha afirmado: «Me horroriza la idea de que ya no exista lo privado, hecho pedazos por el canibalismo de las redes sociales». Según él, nuestra continua exposición a imágenes conmovedoras o traumáticas a través de las redes sociales nos está llevando hacia una creciente insensibilidad.

Crepet también destaca que las redes sociales no son solo plataformas que usamos, sino herramientas que nos controlan y modelan nuestras percepciones de la realidad. «Ya no existen los álbumes de familia, sino los reels. Después de haberlo mostrado a todos, ¿qué queda? Este es el siglo que pulveriza nuestras vidas», afirmó.

¿Qué hacer entonces? ¿Volver a las polaroids? ¿Salir de las redes sociales? ¿Imprimir fotos solo en papel y colgarlas en cuadros o recopilarlas todas en un álbum, para guardar en un cajón?

La regla maestra es usar el sentido común.

Algunos consejos prácticos 

  1. Si nos damos cuenta de que las redes sociales nos están alejando de la realidad o de nuestra familia, es bueno reducir su uso o tomarse un descanso. También se puede pensar en salir, donde nos demos cuenta de que los daños son más que los beneficios.
  2. Recuperemos la costumbre de imprimir (y colgar, si tenemos la posibilidad) las fotografías más significativas de nuestra historia familiar.
  3. Apagar el teléfono móvil en algunos momentos para pasarlos con la familia.
  4. Resistir a la manía de compartir online para recuperar la compartición offline, con quienes tenemos al lado. Puede ayudar desactivar internet en ciertos días importantes.
  5. Mantener a los niños fuera de las redes sociales y de Internet en general tanto como sea posible, para proteger su privacidad y reducir los riesgos relacionados con la pedofilia online.
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