¿Puede la paternidad cambiar los sentimientos, las emociones y los
valores de un hombre? He aquí tres películas que nos muestran cómo ser
padre nos cambia, abriéndonos más al mundo y a los demás.

Gru, Mi villano favorito
, di Pierre Coffin, Chris Renaud, Sergio Pablos (2010)

Felonius Gru, un notorio criminal en su ciudad natal, aspira a convertirse
en el villano más famoso del planeta. La ira que siente, que le lleva a ser
rencoroso e irrespetuoso con todo el mundo, tiene sus raíces en su
infancia, cuando Gru no se sentía querido y no recibía las atenciones y la
seguridad que necesitaba. De hecho, su madre siempre lo menospreciaba y lo
ignoraba, haciéndole pensar que no valía nada. Ahora, Gru busca la
redención vengándose del mundo y atrayendo la atención de todos.

Gru sabe que compite con otros criminales, especialmente con un «misterioso
villano» que ha robado una famosa pirámide. Nuestro protagonista se propone
entonces un objetivo mucho más ambicioso: robar la luna. Sin embargo, para
llevar a cabo su plan, necesita tres pequeños e inocentes ayudantes. Con
este fin acude a un orfanato y adopta a tres niñas hermanas entre sí:
Margot, Edith y Agnes.

Si al principio Gru se siente distraído y nervioso por la constante
búsqueda de atención de las niñas, por sus constantes requerimientos y sus
bromas, acaba cautivado y atrapado por su ternura, su bondad y su pureza.
Su corazón, endurecido durante años, se derretirá gracias a estos pequeños.

Conquistar la luna ya no importará, ser malo ya no tendrá ningún atractivo,
ahora que tiene alguien a quien amar y se siente amado. En este film vemos,
por un lado, que una maternidad vivida sin lazos emotivos y sin estima
hacia el hijo puede llevar a éste a tomar el camino equivocado y a querer
llenar, incluso de forma inapropiada, su profundo sentimiento de
inseguridad; por otro lado, vemos una paternidad que redime: Gru, de hecho,
decide poner una piedra a su pasado, se asume la responsabilidad de las
niñas y se compromete a darles todo lo que necesitan. En esto, en
entregarse a alguien -y no en recibir la atención de todo el mundo-
encuentra alegría y gratificación.

Buscando un NEMO
, Andrew Stanton, Lee Unkrich (2003)

Marlin y Coral son dos peces payaso que viven dentro de una anémona en la
Gran Barrera de Coral.

Coral ha puesto más de 400 huevos y los dos están esperando ansiosamente
convertirse en padres.

Un mal día, una barracuda hambrienta los ataca: Marlin es golpeado y se
desmaya tras intentar salvar a su familia. Cuando se recupera, descubre que
su mujer ha sido devorada junto con todos sus huevos. Sólo un huevo
permanece intacto. Viudo y profundamente angustiado, Marlin decide llamar
Nemo al único hijo que le queda, como hubiera querido su esposa, y promete
no dejar que le pase nada malo.

El comprensible exceso de protección de Marlin hacia su hijo acaba por
asfixiar a Nemo. Nemo, en respuesta, crece y trata de tomar cada vez más
espacio para sí mismo, hasta el punto de que, tras una nueva discusión con
su padre, se aleja hasta perderse.

Toda la película se centra en la búsqueda de este hijo perdido: el padre
hará todo lo posible por encontrarlo y, con la ayuda de los numerosos
amigos que encuentra por el camino, conseguirá recuperarlo. Pero el mayor
esfuerzo para Marlin será aceptar que no puede impedir que su hijo decida
por su cuenta, no puede impedir que viva, por miedo. Comprenderá que un
verdadero padre debe estar presente pero no asfixiar, ser un punto de
referencia, pero no puede sustituir a su hijo; debe ser un guía que deja
caminar a su hijo camine por su cuenta. Oops, en sus aletas.

Pinocho
Hamilton Luske, Ben Sharpsteen (1940)

Uno de los grandes clásicos literarios que trata de la paternidad -y que ha
dado lugar a películas, dibujos animados y obras de teatro- es sin duda
Pinocho, de la pluma de Collodi. Una de las versiones más conocidas de esta
historia es la de Walt Disney.

El protagonista es una marioneta de madera, que mágicamente toma forma y
cobra vida gracias a la habilidad de un viejo carpintero, Geppetto.

Desde el principio, Pinocho demuestra ser inexperto e ingenuo,
influenciable y vulnerable ante las tentaciones.

Cuando sale de casa, enseguida Pinocho se comporta en modo totalmente
irresponsable, lo que hace que su padre se preocupe. Cuando su padre no le
ve llegar a casa, sale a buscarlo.

Pinocho quiere convertirse en un «niño de verdad», de carne y hueso, pero
sólo podrá hacerlo cuando se haga responsable de sus actos y sea capaz de
devolver el amor que ha recibido de su padre.

De hecho, la «conversión» de la madera a la carne sólo tiene lugar al
final: cuando, en medio de una tormenta, después de haber malgastado sus
cualidades en cosas triviales, se sacrifica para salvar al viejo Geppetto
de las aguas embravecidas.

La historia parece enseñarnos que nos convertimos en adultos cuando nos
interesamos por los demás, cuando dejamos atrás el egocentrismo propio de
los niños e incluso nos ocupamos de los que nos han dado la vida.

Esta obra es rica en ideas, y tiene muchos temas para explorar. Pero sin
duda es también una piedra miliar para todos aquellos que quieren
reflexionar sobre los aspectos fundamentales del vínculo padre-hijo.

¿Qué te parece? Escríbelo en los comentarios.

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