¿Qué padre o madre nunca mira su móvil frente a sus hijos? ¿Quién de nosotros, como padres, cuando juega o conversa con ellos, siempre mantiene completa concentración en ellos, sin dejarse distraer por las pantallas? Obviamente, nadie. Si hay alguien que logra tal hazaña, es decir, establecer un límite claro e infranqueable entre el tiempo que pasa con los niños y el tiempo en que usa su smartphone, entonces tiene mucho que enseñar a nosotros, los simples mortales.

Es inevitable, en la era digital y de hiperconexión, que los dispositivos digitales ejerzan una presión importante sobre nosotros y, por lo tanto, nos «llamen» incluso cuando estamos con los más pequeños.

Sin embargo, ¿cuántos de nosotros saben que pasar mucho tiempo en el celular, en presencia de nuestros hijos, daña su desarrollo emocional?

Niños y pantallas

Hemos hablado varias veces sobre los daños que la excesiva exposición a tabletas, televisores y móviles en la edad preescolar y más allá puede tener en el desarrollo de los niños. Los expertos llaman a estos dispositivos «chupetes digitales». Los padres los usan, de hecho, para calmar llantos o como niñeras para poder hacer otras cosas. Sin embargo, hay muchos problemas asociados con el abuso de estos dispositivos.

Un aspecto que, sin embargo, podríamos no considerar es que también usar demasiado la tecnología frente a los hijos, limitando la atención y comunicación hacia ellos, puede comprometer nuestra relación con los pequeños y su desarrollo emocional.

Reconocer los propios límites y errores es el primer paso

Quiero aclarar que, como madre, siento la necesidad de hacer un fuerte mea culpa. Cuando recibo mensajes, a menudo me cuesta retrasar su lectura y respuesta, ganándome así justos reproches de mis hijos, porque quizás en ese momento estamos haciendo algo juntos.

Así es, también estoy yo -aunque no quiera- entre las madres a las que sus hijos les dicen: «¡Mamá, basta de teléfono!» o: «¡No mires allí, ¿has visto mi dibujo?«.

Es bueno que nosotros, los padres, tomemos conciencia de que dejarnos absorber por las pantallas nos daña a nosotros, que perdemos la oportunidad de observar a nuestros hijos crecer, y los daña a ellos, que se sienten relegados a un segundo plano, a favor del contenido que desfila en nuestro teléfono.

El estudio

Según un estudio de la Universidad de California, usar frecuentemente el móvil cerca de tu hijo limita las interacciones y tiene efectos negativos en el desarrollo. No es suficiente no conceder, o permitir poco, el smartphone a los propios hijos. Robin Nabi, profesora de comunicación de la Universidad de California, mostró que mirar frecuentemente el móvil frente a los hijos podría tener un impacto negativo en el desarrollo de su intelligenzia emocional, es decir, en «esas habilidades mentales que permiten a una persona reconocer, entender y manejar sus propios estados emocionales y los de los demás«.

La experta advierte: «Para un niño, un cuidador absorto en la pantalla está distante»

Lo dicho hasta ahora no solo se aplica a los padres, sino a cualquiera que esté a cargo del niño (abuelos, tíos, niñeras): el smartphone o la tableta se convierten en una barrera frente a las solicitudes y la necesidad de atención de los pequeños. «Las personas nacen con un cierto nivel de inteligencia emocional que varía de persona a persona pero en la vida, especialmente en la infancia, es una habilidad que se puede desarrollar«, explica Nabi. «Hay personas que tienen, por naturaleza, una mayor sensibilidad para captar matices emocionales, otras menos, pero todos pueden mejorar su nivel de inteligencia emocional que tiene impactos significativos en la vida diaria, porque significa saber manejar mejor las propias emociones, incluso la ansiedad y la ira, y entender las de los demás». El uso constante del teléfono frente a la hija o al hijo limita el crecimiento de estas habilidades emocionales, independientemente del tipo de contenido que un padre pueda ver en su teléfono, porque «lo que el niño ve», señala Nabi, «es una falta de reactividad, una cara inexpresiva». Entonces, es importante que «los padres sean más conscientes de la frecuencia con la que usan los teléfonos frente a sus hijos y que tengan en cuenta que los niños evalúan como prioritario lo que ellos miran».

Cómo se recopilaron los datos de la investigación

El estudio realizado por la profesora Nabi involucró a 400 padres de niños de 5 a 12 años. Se realizaron varias evaluaciones, en las que los padres midieron el nivel de conciencia emocional de sus hijos, su capacidad de control y su grado de preocupación por los demás. Entre las preguntas en el cuestionario distribuido a las familias también se preguntaba qué medios se utilizaban habitualmente en casa y la frecuencia con la que se dedicaban a otras actividades como leer, escuchar música y jugar. De los datos recopilados se dedujo que la única variable asociada a una menor inteligencia emocional en el niño era cuando los padres usaban el celular en presencia de los hijos.

Algunas reglas de sentido común

Si llevar a cero el uso tecnológico frente a nuestros hijos es prácticamente imposible, la experta explica que es importante establecer reglas claras. ¿Una entre muchas? Sin teléfonos durante el almuerzo o la cena, compartir con los hijos lo que se está haciendo, en ese momento y por qué; ver contenidos juntos cuando sea posible para compartir la experiencia. «Los smartphones son herramientas para las cuales aún no tenemos grandes reglas, pueden hacer cosas maravillosas, como ayudarnos a relajarnos, conectarnos con otras personas y permitirnos aprender y conocer cosas nuevas. Pero también pueden ser problemáticos, dependiendo de cómo los usemos. Encontrar un equilibrio es la clave», concluye.

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