¿Qué temas queremos que lean nuestras adolescentes?
El 27 de junio de 1693 se imprimió la primera revista femenina de la
historia. Fue en la Inglaterra del siglo XVII donde Ladies Mercury
vio la luz. Su publicación marcó un hito en la historia de la prensa
escrita, convirtiéndose en el primer magacín dedicado íntegramente al
público femenino.
Sin embargo, no fue hasta 1944 cuando la estadounidense Helen Valentine
fundó la
primera revista destinada exclusivamente a chicas adolescentes
, Seventeen. “Tratar a los niños como adultos”, ése era el eslógan
que movió a Valentine a llegar a ese segmento de la población un poco
desatendido hasta entonces.
Hoy día, podemos encontrar en los quioscos de todo el mundo gran variedad
de ejemplares dedicados al triángulo por excelencia en el mundo de la
mujer: belleza, amor y salud. Todos esas revistas contienen una agresiva
publicidad donde el shopping y el glamour copan la mayoría de sus páginas.
Los periodistas de estas revistas no suelen arriesgar las ventas – y los
ingresos- proponiendo nuevos modelos de comportamiento social, pues es más
fácil reproducir roles consolidados desde hace décadas, perpetuando
estereotipos tradicionales que cosifican a la mujer y le restan ambición.
Muchas de ellas, que empezaron su andadura con buena intención, proponiendo
temas diversos como la sugerencia de libros para leer, etc., con el tiempo
se han dejado llevar por la corriente cayendo en artículos más frívolos
pero que al parecer venden más.
Por eso, es meritoria la iniciativa de la diseñadora gráfica en
2016. Tomó la portada de la revista norteamericana Girls’ Life y
la modificó por completo. Algunos de los cambios radicales fueron:
– En vez de la actriz Olivia Holt, conocida por sus papeles en Disney
Channel y que aparece en portada maquillada y retocada con photoshop,
propuso la imagen de Olivia Hallisey, ganadora de la última edición del
Gran Premio de la Feria de la Ciencia convocado por Google.
– En lugar de “El pelo de tus sueños”, planteó hablar de “La carrera
profesional de tus sueños”.
– En vez de referirse a los “100 modos y más de impactar el primer día con
la moda de otoño” propuso “100 modos y más de ayudar a los demás en tu
comunidad”.
– A cambio de un “test para saber cómo conseguir novio”, presentó “un test
para lograr un currículum que te dé acceso a la universidad”.
Girls’ Life
incluía también títulos como “El primer beso” o “Despiértate bella”, que
fueron transformados por “Despertar y preparar un desayuno saludable” o “El
primer error y cómo remontar”.
Como era de esperar, Katherine causó polémica al rebelarse contra los temas
trillados. Ella, conocedora del valor que tienen los medios de comunicación
para la transmisión de valores y creencias, removió conciencias.
¿Qué quiso conseguir con su original revista femenina? Sacudir el
pensamiento crítico de los lectores e influir en la opinión pública. Muchas
veces en nuestra sociedad nos volvemos cómodos y no pensamos si algo es
adecuado o no, porque es lo que hay en el ambiente y nos parece normal.
Pero muchas veces hay que ir contracorriente.
Han pasado 6 años desde la iniciativa de Young, y no parece que las cosas
hayan cambiado, ni en Girls Life ni en ninguna otra revista del
estilo. Y me pregunto: ¿Es que no interesan otros temas? ¿O es que las
adolescentes que compran estos ejemplares buscan precisamente ese tipo de
información más desenfadada para desinhibirse de los problemas y ajetreos
de la vida?
Resulta paradójico por eso que, con el discurso feminista imperante, donde
prima el romper con toda forma de machismo, se caiga en la lectura de este
tipo de contenido que tiende a cosificar a la mujer.
Tal vez la clave del cambio esté en esa afirmación de la trabajadora de la
revista Seventeen, “Tratar a los niños como adultos”. Puede que la
solución esté en respetar los tiempos de cada etapa vital, a la vez que
puede ser buena opción tener amplitud de miras abriendo el amplio abanico
de temas que de verdad interesan a la mujer.