Aunque a simple vista no lo parezca, la historia del automóvil guarda un
gran parecido con la aparición de los primeros móviles e internet. A
principios del siglo pasado, aparecían en las carreteras del mundo occidental los primeros vehículos a motor. Eso sí, sin señal alguna que
ordenara el tráfico existente. No fue hasta que hubo los primeros
accidentes que tomamos conciencia de la necesidad de unas normas de
circulación.

Con internet, los móviles, WhatsApp, etc. ocurre lo mismo. No deja de ser
una marea de “cosas” en circulación a la que hay que ordenar. O lo
que es lo mismo, instaurar un código ético de uso.

Los accidentes que nos estamos encontrando en el mundo digital son muchos,
pero quiero destacar dos relacionados con unas noticias publicadas
recientemente: Una la da la revista HacerFamilia: “el 15% de alumnos reconoce usar el móvil en clase”. La otra, la
publica el diario La Vanguardia, y se refiere a la imperiosa necesidad
–según el diario- de crear un programa para ayudar a los adolescentes a
detectar bulos, ante la creciente expansión de las llamadas fake news.

La primera noticia, que “casi el 15% de los alumnos reconoce usar el móvil
en clase”, supone una conducta sobre la que reflexionamos poco: que muchos
padres nos convertimos en padres-helicóptero y estamos encima de la vida de
nuestros hijos asfixiándoles con un móvil a tempranas edades. Las últimas
generaciones de niños, mal llamados nativos digitales, manifiestan una
cierta inmadurez de su personalidad porque, sin saber utilizar bien esos
dispositivos, han necesitado un acompañamiento, que quizás no han tenido.

Un alumno pendiente del móvil en horario escolar es carne de cañón de fake
news pues cualquier hoax corre como la pólvora entre la gente joven. Al
tener la prohibición del centro, leen la información que reciben
rápidamente y sin prestar mucha atención a si es cierta o no, produciendo
en ellos esa necesidad de actuar sin pensar.

Por eso, ¡Qué proyecto más interesante el de (In)fórmate! Un proyecto
presentado por la FAD (Federación de Ayuda contra la Drogadicción) y Google
que tiene como objetivo formar a 30.000 adolescentes (de entre 14 y 16
años) para que puedan discernir lo verdadero de las fake news y
fomentar así el pensamiento crítico.

Si educamos a nuestros jóvenes en la verdad lograremos que sean adultos de
bandera. Que sean capaces de no ser arrastrados por lo primero que leen, o
lo primero que les dicen. De no correr a reenviar una información sin antes
haberla contrastado.

Para ello tenemos dos líneas de actuación. Primero, en la familia. Si en la
primera sociedad a la que pertenecemos no hay reglas ni normas de uso en lo
que a nuevas tecnologías se refiere, y si los padres no damos ejemplo,
luego no nos puede extrañar que los niños usen los móviles a escondidas en
el colegio. Y, en segundo lugar, en la escuela.

Recursos educativos para la familia no hay muchos, pero va habiendo cada
vez más, por ejemplo la plataforma española para la educación digital
Empantallados, que tiene ideas muy ingeniosas como la creación de un
“parking de móviles” en la entrada de casa y así evitar su uso a la hora de
los encuentros familiares o de acostarse, o la colombiana La Familia.info.
Y, por supuesto, Familyandmedia, el portal que acoge por primera vez este
artículo mío.

Y recursos en la escuela está al que hacía mención antes. Pero claramente
donde reside la base de toda la formación es en el hogar.

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