¿Qué tiene que ver la fe cristiana con el matrimonio? ¿La vida célibe y el matrimonio son dos vocaciones que tienen la misma dignidad? ¿La dimensión sexual es querida por Dios o es consecuencia del pecado original? ¿Existen la masculinidad y la feminidad o son meras construcciones culturales?

Estas son algunas de las preguntas que se afrontan en el libro Missione famiglia. Un percorso di spiritualità coniugale, de Carla Rossi Espagnet (Edusc, 2022).

En una época en la que cada vez se confía menos en la institución del matrimonio, donde muchas veces se ignora la “dimensión personal del cuerpo” o se banaliza la sexualidad, es necesario interrogarse sobre la especificidad de la vocación matrimonial, para poder creer todavía en un proyecto de vida “para siempre”.

El matrimonio: El camino para la santidad de los cónyuges

En el primer capítulo se presenta brevemente la historia de la espiritualidad conyugal, partiendo de la Sagrada Escritura. A continuación se resumen las reflexiones de la Iglesia, desde los Padres hasta el Concilio Vaticano II pasando por el Magisterio reciente, explicando cómo el matrimonio ha llegado a ser reconocido como un auténtico camino de santidad para los esposos. Le sigue una sección dedicada al plan del Creador para el matrimonio, en la que se explica por qué la sexualidad es algo bueno y querido por Dios.

San Juan Pablo II, cuyas reflexiones sobre la teología del cuerpo está muy presente en el texto, establece que el cuerpo tiene un “significado esponsal” y que el hombre y la mujer son distintos para poder donarse el uno al otro. Retomando una catequesis de San Juan Pablo II, la autora explica: “El hombre se ha convertido en imagen y semejanza de Dios no sólo por su propia humanidad, sino también por la comunión de personas que el hombre y la mujer forman desde el principio”, así como que “la diferencia sexual es donada por Dios para colmar la soledad originaria”. La familia es la realidad que más se acerca a la imagen de la Trinidad.

No obstante, no se puede ignorar la realidad del pecado. El libro aborda también los problemas derivados de la pérdida de la gracia: al quedar comprometida la pureza del corazón, ha entrado la malicia en la relación entre el hombre y la mujer, malicia que destruye la comunión. El adulterio, la posesión, son realidades que han aparecido cuando la criatura humana se ha “hundido en la creación material”, en el momento en el que “deja de recurrir al poder del espíritu que la eleva al nivel de la imagen de Dios”. La concupiscencia, sin embargo, no es invencible como se explica en el texto, porque Cristo ha redimido toda esfera de la vida humana, también la de la sexualidad.

El matrimonio en la vida cotidiana: cómo afrontar alegrías y dificultades

Una parte importante del libro se dedica a la realidad del matrimonio en la vida cotidiana: ¿Cómo actuar ante la llegada de los hijos, las crisis o los problemas de salud? ¿Qué papel tienen las familias de origen? ¿Cómo conciliar el tiempo con la familia y el tiempo de trabajo?

La autora muestra las dificultades y expectativas, las alegrías y esperanzas que constituyen la historia de cada familia, mostrando la importancia de construir lazos fuertes, porque la familia es y será siempre el primer lugar de acogida, los ‘primeros auxilios’ y el ámbito en el que uno es atendido cuando se es frágil. Es tan importante llegar preparados a esta misión, que el libro dedica también una parte a la espiritualidad de los novios.

Prepararse al matrimonio es fundamental, el amor – contrariamente a lo que se suele pensar – no es sólo algo espontáneo y, desde luego, no se improvisa. El libro sugiere dos piedras fundamentales para la construcción de la casa que resista a los vaivenes de la vida: amistad y castidad. Porque sólo después de aprender a mirar en profundidad, a descender a los pliegues del alma – gracias al diálogo, a la escucha, a la ternura – se puede de verdad iniciar un camino en pareja para toda la vida.

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