A despecho de la percepción de la mayor parte de los padres y madres, que
siguen educandoi y/o entreteniendo a sus hijos pequeños con películas
animadas de Disney, y a despecho de la opinión popular positiva sobre
Disney, la mayor parte de los estudios académicos recientes habían
dictaminado que Disney ( Disney/Pixar para ser
precisos) eran los malos de la película: Esos estudios parecen traducir los
presupuestos de la inteligentzsia occidental imbuida de ideología
de género: sus films tienen demasiada agresión, favorecen los esterotipos
de género-rol, identifican bondad con ser atractivos o bellos, demonizan
las malas conductas, etc. En defintiva, según los estudios académicos,
Disney y Pixar hacen películas deseducativas o, por lo menos, no
pro-sociales.

La School of Family Life de la Brigham Young University
(Universidad de Provo, Utah), en un estudio publicado en la revista más
citada de la comunidada académica de comunicación, sostiene exactamente lo
contrario (“Is Disney the Nicest Place on Earth?, “Journal of
Communication”, 63 (2), 2013). Disney (Disney/Pixar) sigue siendo una
industria de entretenimiennto infantil promotora de conductas pro-sociales.

Las cuatro mujeres autoras del estudio, Laura M. Padilla-Walker, Sarah M.
Coyne, Ashley M. Fraser, y Laura A. Stockdale,han abordado el tema y han
examinado la multidimensionalidad de la conducta prosocial en 61 films
animados del año 2011, analizando un total de 5,128 minutos de film y que
han arrojado un total de 5530 actos pro-sociales, es decir uno por cada
minuto de metraje.

La gran novedad del estudio radica en la redefinición y alargamiento del
concepto tradicional de comportamiento pro-social que pasa a ser
considerado como “cualquier acto voluntario en beneficio de otro”. La nueva
noción engloba tanto las actuaciones físicas de ayuda y cooperación con
terceros como la comunicación verbal propia del que elogia, anima y
alienta.

Es interesante destacar que las acciones positivas físicas son parejas a
las verbales, 51% y 49% respectivamente. Esta distinción, ausente en otros
estudios, recuerda una obviedad: con las palabras se hacen cosas
y, por tanto, se educa o se deseduca socialmente. Como recuerda Papa
Francisco, nuestras relaciones ganarían en humanidad si nos habituásemos a
pedir las cosas por favor, dar las gracias y saber pedir discupas. Los
films animados de Disney se mueven en esa línea.

El estudio, siguiendo las directrices de la sociología cognitiva, desglosa
las motivaciones de las acciones pro-sociales de acuerdo con las siguientes
categorías del actor: “pública”, o sea alimentada por la búsqueda del
reconocimiento y la aprobación de los otros; aquella “emocional” que tiene
por finalidad ayudar al que sufre o está angustiado (por ejemplo, en

Tangled

, cuando Pascal comforta a Rapunzel cuando ella está triste); cuando el
destinatario se encuentra en “graves aprietos o en apuros” ; la acción “anónima”en la que el beneficiario de la ayuda
desconoce la identidad del bienhechor, como hace

Ro
bín Hood

al ayudar a los pobres; el comportamiento “altruista” preocupado por
asistir al prójimo en sus necesidades y cooperar en su felicidad,
excluyendo la búsqueda del beneficio propio (en


El Rey León


cuando Mufasa anima a Simba) ; y, por último, el acto “obediente” que es la respuesta diligente a una petición de ayuda (como cuando

Mr. Incredible

salva gente que está pidiendo ayuda). Incidentalmente, la motivación más
frecuente es la altruista, nueve veces más presente que la emotiva, una vez
y media más que la de “graves aprietos y apuros”. La motivación sucesiva
más frecuente es la de ayudar en graves apuros y la menos presente es la
anónima.

Teniendo en cuenta esta riqueza de motivaciones y a partir de la
observación de 61 films animados de Disney, la investigación aporta datos
alentadores para padres y educadores: las películas de Disney contienen una
acto prosocial cada minuto o lo que es lo mismo 60 por hora (30 si se
consideran tan solo las acciones físicas).

Esto representa 7 veces más que el nivel contenido en los programas
televisivos para niños.

Tomando en consideración las aportaciones de la teoría cognitiva social,
que afirma que es más fácil recordar las situaciones y personajes que
guardan paralelismo con la vida real, el estudio analiza también las
características del personaje (si es iniciador o destinatario de
la acción positiva; si el carácter del personaje es realístico (humano o no
humano, que puede ser un animal o robot antropormizado, como por ejemplo Wallet); si son semejantes a los niños en sexo, edad e status
socioeconómico (SES), y por último si son atractivos o no. La conclusión es
que el promotor de la buena acción de los films de Disney ayuda ciertamente
a aquellos que le son símiles en edad, que le resultan atractivos y que
comparten su estatus socioeconómico, ratificando así la tesis que dichos
films son un espejo de la realidad en la cual los hombres socorren
preferentemente a las mujeres y viceversa y donde se ayuda más a los amigos
que a los desconocidos. Y por tanto también en este caso las películas de
Disney presentarían una gran capacidad de influenciar en los
comportamientos sociales de los más jóvenes.

Una última consideración del estudio. Disney/Pixar no son sexistas, a pesar
de que la mayor parte de los actores pro-sociales son masculinos (69%)
frente al 31% femeninos: Esa proporción corresponde a la de actores según
sexo; es decir hay dos veces más niños o caracteres masculinos no humanos
protagonistas de las películas que niñas o caracteres femeninos. Lo
importante es que no hay variación estadística significativa entre el
número de acciones pro-sociales cumplidas por cada uno de los sexos. Dicho
en otros términos los niños y las niñas son igualmente buenos.

En conclusión, tal y como sugiere la teoría cognitiva social, la exposición
repetida a una determinada conducta, aumenta la posibilidad de su posterior
asimilación e imitación, de los resultados arrojados por dicho estudio se
deduce que las películas de Disney poseerían un enorme potencial para
influir en el comportamiento prosocial de los más jóvenes. Aunque dicho
análisis no tenga por objeto ver si de hecho se produce esa influencia y de
qué forma, sí confirma la existencia del predominio de cierto tipo de
motivaciones según sexo. También en la vida real, por ejemplo las niñas
exhibirían comportamientos más altruistas que los niños, mientras que estos
últimos tenderían a actuar prosocialmente en aquellos contextos de
visibilidad pública.

Nota metodológica

He ya indicado el corpus de estudio (61 films animados) y el periodo
(2011), así como las variables de codificación, que son más ricas de los
estudios precedentes sobre conducta pro-social; además de la novedad de la
inclusión de las acciones verbales y de la ampliación del concepto de
acción pro-social.

Los 6 codificadores de las variables han sido entrenados según las
directrices del estudio y se ha realizado un test de fiabilidad de las
codificaciones (coeficiente de acuerdo Krippendorf). Además, y visto el
gran número de actos pro-sociales (más de 5.000) y el pequeño de films
(61), los autores han considerado justamente que la tradicional Chi-square
no era suficiente para medir la dependencia/independencia de las variables.
Por ejemplo, determinar si acción pro-social física y acción pro-social verbal son dependientes. Por ellos los autores
han afinado con otros estadísticos: F de Wald, un estadístico t para cada comparación individual de resultados junto a su test
RR (risk ratio). Esto les permite afirmar, por ejemplo, que la motivación
“altruista” es 9 veces más frecuentes que la “pública”.

El caveat -de rigor en este tipo de estudios- sobre el hecho de
que la investigación no prueba –no es su objeto- una influencia positiva de
los films de Disney/Pixar en los comportamientos infantiles no quita fuerza
a la conclusión que sus resultados arrojan. En definitiva, la demostración
de la existencia de comportamientos prosociales mas sólidos en los films de
Disney que en el resto de programación infantil, debería asentar las bases
para futuras investigaciones sobre los efectos reales en la vida de los más
pequeños, o lo que es lo mismo de qué forma la exposición repetida a
acciones positivas socialmente se reflejen posteriormente en el proceder de
los niños.

Habría que añadir otro caveat a nuestros lectores. No es nuestro
propósito «bendecir» el mundo Disney, muy articulado y vario. Se sabe, por
ejemplo, que el canal televisivo Disney y los films para adolescentes dejan
a veces bastante que desear.

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