Cuando vemos que el brío de los jóvenes se derrocha en diversiones sin
alegría, en actividades que no construyen y en relaciones que se “consumen”
en lugar de enriquecer, corremos el riesgo de caer en el pesimismo. “Los
jóvenes de hoy no valen nada”, llegan incluso a afirmar algunos,
rindiéndose a la derrota de la humanidad.

Sin embargo, de jóvenes audaces, con ganas de hacer y dispuestos a
entregarse a los demás, ha habido y hay muchos.

Algunos ejemplos de jóvenes que han sido capaces de transformar su vida
cotidiana en una obra de arte se presentan en el libro


Diario de la felicidad. Historias de jóvenes en búsqueda. Un viaje
al centro del corazón humano


(Editorial Mimep Docete, precio 8 euros, escrito por Sor Dolores Boitor y
Cecilia Galatolo, laica, autora de otros dos libros de los que hemos
hablado:



Has nacido original, no vivas como una fotocopia



y



No lo sabía, pero te estaba esperando



).


Diario de la felicidad”: un libro que infunde esperanza

Fallecidos a una edad temprana, pero habiendo vivido sus cortas vidas al
servicio de los demás, estos jóvenes son ahora punto de referencia para
muchos coetáneos en diferentes partes del mundo. Se trata de laBeata Clara Luce Badano, del Venerable Carlos Acutis, de Mateo Farina
y de Angélica Tiraboschi, testigos gozosos de una
felicidad que no depende de las circunstancias ni de lo que se tiene, sino
del estado de salud del alma.

El libro propone 4 “diarios de fantasía”, escritos sobre la base de hechos
reales, frases realmente pronunciadas, anécdotas bonitas o conmovedoras
sobre ellos.

Junto a cada diario, se encuentra la biografía de cada uno. Tienen en común
el haber aceptado, con humildad y confianza, aunque no sin esfuerzo, la
enfermedad que les ha afectado, considerándola “transitoria” y capaz de
conducirles a la meta de la vida sin fin. Mientras sufrían en sus cuerpos,
sus almas cantaban.

Chicos especiales y normales al mismo tiempo

Excepcionales en su sencillez, los chicos de este libro (para quienes el
proceso de canonización de la Iglesia Católica está en marcha) muestran que
no es necesario ir a la India o a Perú para “hacerse santos”: se puede
hacer el bien incluso en los ambientes cotidianos.

Los cuatro jóvenes del libro encontraron el sentido de la vida en el amor a la familia y a los amigos, con un corazón sincero,
en el trabajo voluntario, encompartir sus pertenencias con los pobres, en escuchar atentamente a aquellos que estaban cerca de
ellos.

Comprendieron que la misión de amar les esperaba exactamente en el lugar
donde se hallaban, con la gente que encontraban en su “aquí y ahora”.

Jóvenes que nos animan a apuntar alto

Sin saber cómo encontrar la felicidad, podemos terminar llenando nuestros
días de cosas que nos anestesian, que silencian esa molesta voz interior
que nos dice: “Eres una obra maestra y tienes que hacer cosas bellas para
sentirte bien”. Entonces es así como estas historias escuecen, tienen el poder de sacudir, de
despertar una maravillosa inquietud, de preguntarnos si estamos perdiendo
el tiempo. Clara, Carlos, Angélica y Mateo nos invitan a tomar decisiones
valientes, auténticas, heroicas incluso en las ocupaciones más
aparentemente banales…. nos enseñan que estamos en el mundo para
transformar la realidad, en lugar de sufrirla. Y que debemos querer la felicidad, y no sólo desearla.

El mundo necesita testimonios más que maestros, como afirmó el Papa Pablo
VI. No necesitamos que alguien nos diga “literalmente” lo que debemos hacer
con nuestras vidas, sino alguien a quien imitar, a quien tomar como modelo
de “buena vida”.

Por eso, si somos derrotistas, estamos desanimados, creemos poco en
nuestras cualidades, amamos poco la vida, este folleto tan breve nos vendrá
muy bien: dejémonos contagiar por la misteriosa “alegría” que estos jóvenes
tan normales y extraordinarios trajeron consigo para tratar de imitarlos y
difundir el bien que nos rodea…

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