Castos a la meta
(Casti alla meta, en el original italiano, publicado por
Mimep-docete), es un libro de vida práctica y que se aplica a todos,
cristianos y no cristianos; es un libro valiente en el que la autora,
Cecilia Galatolo, una mujer joven, esposa y madre de dos hijos, habla de la
castidad, una de las virtudes humanas hoy más “incómodas” y complejas, un
valor ignorado y a menudo ridiculizado y despreciado por muchos. La autora
aborda con soltura y convicción el tema de la sexualidad bien vivida y
propone a los jóvenes un camino que sea digno de ellos, en el noviazgo
primero y después en un matrimonio que llena.

El leitmotiv del libro es el mensaje «tú eres precioso» y la meta
a la que nos lleva la autora es el verdadero amor: verdadero porque casto.
Y lo hace sin prejuicios ni moralismos, pero con delicadeza y al mismo
tiempo con franqueza, con un lenguaje audaz y apremiante. Sí, porque la
castidad no es un límite impuesto desde fuera al amor, sino un ingrediente
que impide su corrupción, como la sal con los alimentos y la buena cocina.
Los platos sabrosos hay que cocinarlos con la cantidad de sal adecuada.

La imagen de la portada es cautivadora, fresca y alegre; sin embargo,
mientras que el subtítulo es atractivo y despierta la curiosidad, la
palabra «casto» en primer plano en el título hace que se corra el riesgo de
etiquetar el libro como algo rancio y retrógrado, quizás alejando de su
lectura a todos aquellos que no tienen un trasfondo cristiano. Y esto sería
realmente una lástima, porque, por el contrario, el libro muestra en primer
lugar la universalidad de la castidad, basado en el valor único e
inestimable de la persona individual y de su cuerpo, y muestra que este
camino es posible para todos, también para aquellos que piensan que “ya es
demasiado tarde”.

Es, sin duda, un libro que va contracorriente, que no ofrece rutas fáciles
ni cómodas para alcanzar la felicidad, sino que propone caminos ascendentes
que no excluyen la fatiga y las caídas.

En el imaginario colectivo, la castidad se asocia a la privación, al
sacrificio, algo contrario a la naturaleza humana, a lo sumo reservado a
hombres y mujeres empeñados en vivir un celibato por motivos espirituales o
religiosos. En cambio, la autora invierte estos clichés y prejuicios y nos
dirige en la explicación de por qué vale la pena tomar este camino,
saciando el hambre de preguntas que todo el mundo se hace en una fase de la
vida tan explosiva y excitante como turbulenta y llena de dudas, como es la
de la juventud.

Galatolo recoge la necesidad universal de los jóvenes, que piensan y
reflexionan y merecen respuestas precisas, razonables y razonadas sobre la
sexualidad y sobre cómo vivirla en el noviazgo, sobre todo si entran en
conflicto con lo que proponen los amigos, la televisión, los libros, el
cine e internet. La autora, mostrándose una joven como las demás, con sus
deseos, sus impulsos y sus dudas, da contestaciones concretas y sobre todo
convincentes y demuestra que conoce estas respuestas en profundidad porque
fue ella misma la primera en hacerse esas preguntas y en experimentar esas
dificultades. Este arrancar de su propia experiencia es una señal
convincente: de esta manera la autora se acerca a los jóvenes y demuestra
que los comprende; además, gracias a los ejemplos y testimonios personales
y de otros chicos y chicas, no se queda en un ideal inalcanzable (¡porque
si ellos pueden, es posible para todos!) y ni siquiera se detiene ante
temas que pueden parecer fuertes e inconvenientes, sino que describe y
afronta con sencillez todas las ocurrencias y tentaciones que sobrevienen a
un chico y a una chica.

Resulta brillante la idea de lanzar, en la introducción, un desafío al
lector, poniéndole ante una elección: seguir la voz de la mayoría, que
sugiere vivir la sexualidad «libremente» siguiendo el propio instinto, o
vivirla desde la conciencia de que la propia persona tiene un valor único y
superior al simple nivel material de un instrumento de placer, de modo que
el sexo entre hombre y mujer se convierta en un regalo y en una acogida
mutua, base de un amor verdadero y eterno. De este modo la castidad ya no
es un dogma que se toma por fe, un deber impuesto sin razón, un «hay que
hacerlo así, o si no es pecado», sino que se convierte en una elección
libre y consciente de quien antepone su persona al sexo, con el bagaje
único de la interioridad, la mente y el corazón; ¡para vivir una sexualidad
limpia, inocente, tierna y hasta placentera!

Indudablemente entre líneas no se oculta la ayuda indispensable de Dios
para seguir este camino. Si, por un lado, a primera vista podría parecer un
texto poco convincente para un público no católico, por otro lado es un
estímulo eficaz para acercarse y conocer de verdad lo que la moral católica
realmente sostiene, y no los empobrecidos sucedáneos que no pocos
cristianos viven por falta de una formación adecuada del carácter.

Sería maravilloso que este breve libro fuera leído por sus destinatarios
directos, es decir, los jóvenes, pero también por los adultos de todos los
ambientes. Se recomienda su lectura especialmente a quienes trabajan con
los jóvenes, en primer lugar a los padres, luego a quienes se ocupan de la
pastoral juvenil, a los que imparten cursos de preparación al matrimonio, a
los catequistas y a los sacerdotes, pero también a quienes simplemente
sienten curiosidad por una nueva forma de abordar el tema. Este libro es un
bocanada de aire fresco en un ambiente cultural lleno de prejuicios sobre
la castidad, y que responde a la sed de belleza y de pureza que hay en
todos, y despierta el deseo de vivir una sexualidad finalmente libre, que no «liberada».

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